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17 marzo, 2025 4:01 pm

Daniel, más que travieso

No deseamos el mal a nadie, y menos burlarnos de la desgracia ajena, pero en este caso, con el Iscariote de la política peruana no hay más que reconocer que su felonía practicada a mansalva, está hoy pasándole factura.

POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA     

A inicios de noviembre de 2018, el entonces presidente del Congreso, Daniel Salaverry, y aún miembro de Fuerza Popular, discrepó abiertamente -y aquella vez- sobre la prisión preventiva en contra de Keiko Fujimori. Previamente, sus colegas de bancada declararon que la señora Fujimori Higuchi era la primera política del país, a lo que éste refutó con un enérgico “no”.

Días atrás, Salaverry Villa había solicitado licencia al partido, argumentando que era con la finalidad de “mantener la independencia en las decisiones como titular del Legislativo”; sin embargo, esa cansina retórica pronto llegó a su fin al renunciar como miembro de dicha agrupación política el 9 de julio del año siguiente. Cerca de dos meses después de dejar el máximo puesto en el Parlamento, fue suspendido por 120 días al haberse detectado que presentó documentación falsa en la rendición de cuentas por la semana de representación en los años 2017 y 2018.

Posteriormente, candidateó a la primera magistratura del país para las elecciones generales de 2021 con la camiseta de Somos Perú, invitado por el mitómano exmandatario e inhabilitado hasta en dos oportunidades por 10 años para ejercer la función pública, su amigo Martín Vizcarra. Juntos recorrieron el país, haciendo campaña electoral codo a codo, sin pena ni gloria.

De ahí pasó al ostracismo, hasta el pasado miércoles cuando el Poder Judicial lo condenó a 8 años de prisión, por el delito de peculado doloso, precisamente por los mismos hechos que cuando fue suspendido en 2019. Raudamente, Daniel confirmó que recurrirá la sentencia, tildando la misma de “instrumentalización de la justicia” por parte del Tribunal, y culpando -nuevamente- a Keiko de estar detrás de la sanción penal en su contra.

Todos tenemos techo de vidrio, fue la frase usada por el condenado por corrupción Alberto Kouri cuando pretendió minimizar la coima de US$ 15 mil recibida por parte del Doc. No deseamos el mal a nadie, y menos burlarnos de la desgracia ajena, pero en este caso, con el Iscariote de la política peruana no hay más que reconocer que su felonía practicada a mansalva, está hoy pasándole factura.

Análisis & Opinión