POR: BETO LAJO PAREDES
En nuestro país, durante el siglo XIX, hubo básicamente, dos manifestaciones políticas:
1.- Fidelistas (fieles al rey) y separatistas (gobierno propio): aquellos propugnaban seguir siendo regidos por el rey de España, su mentor Blas de Ostolaza; éstos abogaban por la independencia del Perú, ello se consiguió el 28 de julio de 1821 y consolidó en las batallas de Junín (6 de agosto de 1824) y Ayacucho (9 de diciembre de 1824), su mentor José Faustino Sánchez Carrión.
2.- Monarquistas y republicanos: los primeros, con José Mariano de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, propusieron tener un Estado de monarquía constitucional, es decir, que el Perú tenga un rey, al lado del parlamento; los segundos, con Francisco Javier de Luna Pizarro, plantearon el régimen republicano, sin rey, y Estado de tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial; definiéndose nuestra Patria por el régimen republicano en la Constitución de 1823.
3.- Conservadores y liberales: se diferenciaban en cuanto cuál era el primer poder del Estado, para los conservadores (Bartolomé Herrera), era el Poder Ejecutivo; en cambio, para los liberales (José Gálvez), lo era el Poder Legislativo. Este duelo ideológico, culminó con la Constitución de 1867, fusionó, los ideales conservadores con los principios liberales.
El siglo XX, fue de predominio de dos doctrinas, sin rivales:
1.- Empezó con la competencia entre ideas anarquistas y tesis marxistas; los trabajadores adoptaron el anarquismo con su ideal de la libertad, siendo su máximo difusor Manuel González Prada, y rechazaron, la dictadura del proletariado de Carlos Marx, por ser incompatible con la libertad.
2.- En los años 20, surgió el aprismo, levantando las banderas del antimperialismo e integracionismo, democracia funcional y descentralización; paralelamente, irrumpió el antiaprismo fascista y comunista, se aferraron a reprimir a los apristas, y cerrarle el paso al poder a Haya de la Torre, su fundador; dañándose la evolución política del pueblo peruano.
El presente siglo XXI, está signado por la crisis de gobernabilidad y de representación ciudadana, reflejado en la evidente fragmentación política, de 42 partidos políticos inscritos, más 31 organizaciones en proceso de reconocimiento.
El 4 de febrero de 2025, la jefa del Reniec, Carmen Velarde Koechlin, reveló, en el primer simulacro de cierre del padrón electoral, que 27 474 621 peruanos conforman la población electoral; el 12 de abril de 2025 se cerrará oficialmente, el padrón electoral, para las Elecciones Generales de 2026. Con el número de población electoral señalado, la valla electoral (5%), sería de 1 373 731 votos; cantidad mínima obligados a obtener los partidos políticos, para ser elegidos en los cargos del Poder Ejecutivo (presidente y vicepresidentes de la República); y del Poder Legislativo (diputados y senadores), también al Parlamento Andino. Vamos hacer un ejercicio de dividir el número de electores, dado por el Reniec, entre los 42 partidos políticos. Nos da el siguiente resultado: cada organización obtendría 654 157 votos, con lo cual, ningún partido político pasaría la valla electoral.
¿Qué pasaría si en las Elecciones Generales del 2026 ningún partido político supera el 5% de votos? Se tendría que anular las elecciones y convocar nuevas elecciones. Pero, los partidos políticos, al no pasar la valla electoral, pierden la inscripción en el ROP; es decir, las nuevas Elecciones Generales se convocarían sin ningún partido político inscrito, entonces, no habría Elecciones el 2026. Un segundo escenario, podría ser que, un solo partido pase la valla electoral, los demás grupos no, dicho partido, tendría la presidencia, vicepresidencias de la república, las 130 diputaciones, 60 senadurías, y todos los cargos del Parlamento Andino. O que dos a tres organizaciones políticas, remonten la barrera electoral; habría segunda vuelta electoral, para definir la Presidencia de la República, el congreso contaría con dos o tres bancadas parlamentarias. ¿Cuáles podrían ser ese o esos partidos?
De haber segunda vuelta; no es difícil augurar el proceder de los que no pasarían al balotaje: votar viciado o en blanco, superar los dos tercios de votos no válidos, a fin, anular las elecciones. Complicado panorama electoral; de otro lado, podrían seguir en el gobierno, más allá del 2026, la presidencia y congreso actuales; se darían una ley, estableciendo la continuidad, hasta elegir a nuevas autoridades.