La crisis política de Bolivia marcha a confrontaciones políticas y sociales más abiertas. La renuncia de Evo Morales a la Presidencia de su país no ha pacificado el escenario, su partido está movilizando grandes masas que se han reimpulsado por la presencia de en el gobierno de Janine Áñez manifiestamente racista y confesional de los rituales religiosos fusionados a la política.
Si bien Evo Morales cometió el error de no dar paso a la alternancia presidencial y no percibir que el éxito económico no iba a la par con la simpatía política, principalmente en los jóvenes y sectores medios, no es menos cierto que el ex mandatario si tenía mayoría electoral insuficiente para ganar en la primera vuelta.
Ese arraigo no ha desaparecido, es un activo que reivindica la pluriculturibilidad, la nacionalización de los recursos acompañado de mejor captación tributaria en la explotación minera y de hidrocarburos. Es decir, la población ahora percibe que los que puedan suceder en el Palacio Quemado no le aseguran una definición clara de propuesta de gobierno. Por ello, las tensiones futuras serán muy polarizadas entre los que defienden un modelo de gobierno y los que se le oponen pero que soterradamente apuestan a privilegiar otra propuesta de una economía más neoliberal.
La premisa anterior, para saber los efectos en las relaciones económicas en sur del Perú, son más que evidentes, estas serán lamentablemente negativas. Los avances integradores con Bolivia están amenazados de perderse, primero por la agitada correlación de fuerzas ensangrentadas con vidas humanas, segundo, por la incertidumbre acerca de la estabilidad de los que hoy asumen el gobierno, tercero, no se vaticina claramente quien será el elegido Presidente en el supuesto que se realice un nuevo proceso electoral, tercero, Bolivia en lo económico tiene problemas de déficit fiscal, es decir gasta más de lo que recibe, agregamos que los precios internacionales han bajado y que el tema de gas necesita urgentemente ser orientado a la cuenca del Pacifico.
De esta manera, en el corto plazo la carga relativamente incrementada por el puerto de Ilo se verá afectada porque el PBI (Producto Bruto Interno) bajará en el presente año en el país altiplánico. Los grandes megaproyectos del Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración (CFBI), la dotación de gas de procedencia boliviana para las siete regiones de la Macro Sur y la implementación de los acuerdos binacionales entre Perú y Bolivia entrarán en la congeladora sin fecha precisa para su inversión.
Si ello es así, las inversiones públicas y privadas en Puno, Tacna y Moquegua para acelerar la integración entre ambos países hermanos tendrán más objeciones que justificaciones. La zona de abrigo para el terminal de Ilo, el Trade Center, el mejoramiento de la vía de acceso al Puerto de Ilo, la fusión Zona Especial de Desarrollo (ZED)con el Puerto, entre otros ingresaran a la sale de espera hasta del “día de san blando” que no sabe dónde y cuándo.
Es nuestro deseo que Bolivia logre una salida democrática libre de discriminaciones, racismos y la consolidación de un modelo que no desmonte lo avanzado, apostamos por una economía solidaria que combine lo privado y lo público fuertemente integrada a nuestro país. En un escenario adverso para el sur del país repensemos nuestra realidad examinando las nuevas oportunidades para saber cuáles las capacidades a recrear.