Nos aproximamos a los 90 días de declaración de emergencia en guerra contra el coronavirus (covid-19) que empezó con la decisión del gobierno central de establecer algunas restricciones a las reuniones (no más de 300 personas), y ante la gravedad de la propalación de la pandemia decretar la cuarentena y con sucesivas extensiones. En su momento se afirmó que era una medida acertada y conveniente a la par que se decidió desde el Estado aplicar ayudas sociales e inyecciones crediticias.
Es lógico que ante una enfermedad desconocida, invisible y global se cometan errores, siempre los habrá, como el de no haber generalizado las ayudas y la intocabilidad a los grandes grupos financieros, se podría decir más, es fácil ser general después de la batalla o la guerra, ahora es el momento de sumar y buscar consensos ante la próxima II etapa catastrófica y fatídica.
LA PANDEMIA
Es posible que estemos ingresando a la meseta del covid-19 y ello significa que continuara aproximadamente el mismo promedio de contagiados y fallecidos y que en algún momento comience a decrecer sea controlable por el sector salud que fue y es frágil, débil y evidentemente poco implementado. Sin embargo, podría ocurrir lo contrario, que la meseta solo dure una semana y comience un rebrote despiadado y mortal, le ocurrió a Reino Unido e Italia.
El virus vive reproduciéndose en nuestro cuerpo cuando ingresa por los ojos, nariz o boca y la primera forma de evitarlo es evitando las aglomeraciones, respetando distancias, usando mascarillas y lavado de manos. Entonces no estamos ante el fin de covid-19 y debemos seguir tratando de reducir el contagio y su paralelo la letalidad. Viejo es el dicho, ¡Más vale prevenir que lamentar!
Moquegua es un departamento singular, comenzó por largas semanas sin tener contagios ni fallecidos. Pero el territorio no es una isla, está muy vinculado comercialmente a otros departamentos y al mercado externo y llego el covid-19 para crecer lentamente (Véase Figura N°01) e incluso alcanzar en un corto periodo una primera meseta en las primeras semanas de mayo.
La ilusión se desvanecería porque las autorizaciones de transito del transporte, continuidad de algunas ferias, desembarcaderos y mercados con altos grados de aglomeración, el ingreso de personas al departamento por tierra y mar, las grandes colas en las instituciones bancarias y la desesperación de algunas personas de trabajar, salir o no cumplir las normas nos pagaría la factura.
Comenzó un rebrote de 196 a mediados de mayo a los 674 el día sábado 5 de junio. La tendencia polinómica de los contagiados en Moquegua estaría ad portas de crear una nueva meseta de impredecible duración ante el ingreso de una II etapa de reactivación económica (Véase línea continua polinómica).
LA REACTIVACIÓN ECONÓMICA
La palabra suena bonita y esperanzadora. La realidad es de crisis extrema ya que la producción ha estado paralizada y ya ocasiona desempleo y miseria. Las principales financieras internacionales calculan que el crecimiento productivo caerá en el presente año entre el 5% a 10% y eso implica perdida de fuentes de trabajo. Y es que el covid-19 pega a la empresa por la falta de liquidez y al trabajador por la pérdida de remuneraciones.
Este es también el caso de los departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna en donde prevalece la producción de minerales y un poco menos las otras actividades, sentirán ellas la caída de los precios de los minerales y la menor captación del impuesto a la renta. Si el bien el desplome gradual empezó en el 2015, en el presente será abismal.
Si en el 2019 teníamos un Producto Bruto Interno (PBI), que es la suma de la producción de todos los sectores, de 8,038 millones de soles el probable para 2020 sería de 7,696 millones de soles en el supuesto caso de la no tan pesimista proporción del 5.5% vaticinado por el Banco Mundial (BM) para toda la economía peruana (Cuadro N°01).
No es descartable que la caída sea de más alto porcentaje que el señalado, en todos los casos el cierre de negocios, desempleo y disminución del ingreso disminuyan con la posibilidad de agitación social alimentada por la contienda electoral y las negativas expectativas para atraer la inversión privada.
CONCERTACIÓN PARA LAS PROPUESTAS
En tiempos de crisis es donde se fajan los liderazgos. Por lo pronto ya se están dando convocatorias para estudiar, analizar, proponer y construir los planes de reactivación. Cada sector hará lo suyo y no serán un listado de reclamos, sino de propuestas sustentables y ejecutables.
Es el caso de COREMYPE que ya ha comenzado a debatir las propuestas para el sector micro empresarial, la Cámara de Comercio de Ilo y el CODELPI también se adelantan en el terreno económico, la Plataforma de la Sociedad Civil junto con los gremios, profesionales de la salud avanzan en la parte sanitaria, la Universidad Nacional de Moquegua organiza un gran foro nacional para construir una hoja de ruta, Ministerio de la producción, CITES, capacitan a los negocios en protocolos y gestión de apertura, los congresistas aportan sus Audiencias Parlamentarias para ordenar ideas, el gobierno regional dirige a sus funcionarios a tomar iniciativas, algunas empresas se involucran en el tema y son pocos los gobiernos locales que se animan a pensar y recrear propuestas.
Lo central es que aseguremos que impediremos rebrotes covid-19, hagamos cumplir los protocolos, que la sociedad civil participe, proponga y vigile que se comienza a trabajar para reactivar nuestra resquebrajada economía, tengamos soluciones ante los focos infecciosos de los mercados, ferias, transporte urbano, desembarcaderos, colas en los bancos. Moquegua tiene posibilidades que con su plan de reactivación pueda menguar los apolíticos efectos del covid-19 que se niega a desaparecer. Es la hora de las aportaciones antes que de las lamentaciones.