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28 diciembre, 2024 3:04 am

Contra el viento y la indiferencia: la travesía de Mario Bazán y Andrea Ferris

Este diciembre, Giancarlo cumplirá 16 años. Y mientras su futuro se perfila en el horizonte, sus entrenadores, Mario y Andrea, siguen luchando una batalla distinta.

POR: GUSTAVO PINO     

El sol de Arequipa aún no ha logrado despejar el rocío que cubre el terreno del club Lord Byron. En ese rincón, Mario Bazán y Andrea Ferris trazan, con su inquebrantable esfuerzo, el camino hacia un sueño que no tiene más apoyo que su fe en el talento y en la perseverancia. Junto a ellos, corre Giancarlo Bravo Banda, un joven de 15 años, cuyo nombre empieza a escribir su historia en el atletismo sudamericano. En la primera semana de diciembre de 2024, Giancarlo, bicampeón sudamericano sub-18 en 1500 y 800 metros en San Luis, Argentina, se alzó con una victoria que lo colocó en la mira de todos los amantes del deporte. Sin embargo, esa victoria no fue fácil, ni en el tiempo ni en las condiciones que le han tocado vivir.

Mientras Giancarlo se convierte en una esperanza del atletismo peruano, detrás de sus triunfos hay madrugadas de entrenamiento y noches de incertidumbre. El joven corredor, estudiante de cuarto de secundaria, demuestra con cada paso que la voluntad puede ser más fuerte que la falta de recursos. Pero lo que también queda claro es que el sistema que se supone debería respaldarlo, lo ha dejado solo. Ni el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Arequipa ni las autoridades deportivas han sido capaces de ofrecer más que trabas, retrasos y promesas vacías. Para Giancarlo, entrenar se ha vuelto una travesía llena de obstáculos, en un circuito improvisado donde los implementos básicos son un lujo escaso, y los servicios fundamentales —como un baño, un gimnasio o atención biomédica— se convierten en una utopía.

Mario Bazán y Andrea Ferris, ambos exatletas olímpicos, son los arquitectos de este sueño. Ellos han dedicado más de dos años a pulir el talento de Giancarlo, entrenándolo en condiciones mínimas, pero con la certeza de que el esfuerzo tiene que ser más fuerte que la indiferencia. Con la experiencia de haber competido en lo más alto, Mario y Andrea conocen el precio de la gloria, pero también el sabor amargo de la soledad en la competencia nacional. Bazán, quien corrió en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en los 3000 metros con obstáculos, tiene el récord nacional absoluto en la categoría mayores y el récord sudamericano sub-23. Además, ha sido campeón sudamericano, campeón iberoamericano y ha conquistado la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos Lima 2019. Andrea Ferris, por su parte, tiene una trayectoria que respalda su sabiduría: atleta olímpica en Londres 2012 en los 800 metros, medallista en dos Juegos Panamericanos, y un sinfín de medallas en juegos regionales y sudamericanos, y actual docente de deporte en la institución Lord Byron.

Pero mientras Bazán y Ferris continúan con su esfuerzo, el contraste con la realidad es desgarrador. Mientras los dos exatletas olímpicos se encargan de todo, desde las rutinas de crioterapia hasta los masajes de descarga, los recursos siguen sin aparecer. El CAR, la entidad que se supone debe apoyar a los atletas, está más ocupado en la burocracia que en ofrecer soluciones reales. El joven Giancarlo, mientras tanto, sigue demostrando que la voluntad no depende de los recursos, sino del corazón que pone en cada zancada. En el polvo del terreno improvisado, cada paso de Giancarlo es una declaración de resistencia, no solo contra el cronómetro, sino también contra un sistema que está empeñado en desestimar la importancia del esfuerzo, del sacrificio sin recompensa.

Este diciembre, Giancarlo cumplirá 16 años. Y mientras su futuro se perfila en el horizonte, sus entrenadores, Mario y Andrea, siguen luchando una batalla distinta. No es una carrera contra otros competidores, sino contra la indiferencia de un sistema deportivo que olvida a los más jóvenes, a los más talentosos, y a los que, a pesar de todo, siguen soñando con representar al país en el escenario más grande del deporte mundial. Para Bazán y Ferris, este sueño no es solo de ellos, sino de todos los que han creído en el potencial de Giancarlo, y de todos los que alguna vez soñaron con ver a un atleta peruano brillar en el extranjero.

Análisis & Opinión