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22 noviembre, 2024 6:02 am

Conozca la Pompeya peruana que se ubica en Moquegua: Estagagache

La erupción del volcán Huaynaputina en febrero de 1600 destruyó la ciudadela inca de Estagagache, ubicada en la región sureña de Moquegua, según reciente investigación del Ingemmet.

La erupción del volcán Huaynaputina en febrero de 1600, una de las cinco más violentas que se ha registrado en el planeta en la era cristiana, destruyó la ciudadela inca de Estagagache, ubicada en la región de Moquegua; similar a lo que sucedió con el volcán Vesubio, que en el año 79 sepultó Pompeya, en la antigua Roma.

Así lo reveló a la Agencia Andina el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet), que lidera el Proyecto Huayruro-El gran desastre de los Andes generado por la erupción del volcán Huaynaputina: comunidades olvidadas desde 1600 d. C. y los grandes retos del futuro, orientado a estudiar el impacto de la erupción en los pueblos e infraestructura aledaños, así como en el clima.

“La erupción del volcán Vesubio, que destruyó Pompeya, fue mucho menor a la del Huaynaputina. La primera tuvo un índice de explosividad volcánica 4 y la del volcán moqueguano, alrededor de 6, en una escala que va de 0 a 8”, explicó Jersy Mariño, especialista de la Dirección de Geología Ambiental y Riesgo Geológico del Ingemmet.

Salvando las diferencias, pues Pompeya era una de las ciudades más importantes de la antigua Roma y en el caso peruano se habla de pequeños pueblos, la erupción del Huaynaputina provocó destrucción y una noche sinfín.

“[En el caso peruano] hablamos de pueblos más pequeños; sin embargo, publicaciones refieren que murieron más de 1,500 personas y no solo afectó toda la zona del sur del Perú, sino también La Paz, en Bolivia, y Arica, en Chile”, expresó.

Se sabe que esta erupción tuvo “uno de los mayores impactos en el clima global”, al provocar el descenso de cerca de 1.3 grados Celsius, sobre todo en el hemisferio norte, pero poco se conoce de la afectación directa en los pueblos aledaños al volcán, remarcó Mariño.

Por ello, mediante un proyecto interinstitucional con entidades peruanas y extranjeras, “nos propusimos estudiar cómo impactó esta erupción en la infraestructura, en los pueblos cercanos, canales y andenes que existían alrededor del Huaynaputina”.

TRES ZONAS ESTUDIADAS

De acuerdo con crónicas, se reportó la afectación de al menos 17 poblados del sur peruano. El equipo liderado por el Ingemmet ya ha estudiado tres: Calicanto, Cojraque y Estagagache.

“Este año nos hemos centrado en la zona Estagagache, ubicada a 16 kilómetros al sureste del cráter del Huaynaputina, en la margen izquierda del río Tambo, a la cual se llega después de tres horas de caminata”, precisó.

Se trata de ruinas que habían sido señaladas por arqueólogos de forma muy aislada en algunas crónicas, pero cuando los investigadores del Ingemmet llegaron a Moquegua, los pobladores advirtieron de la existencia de la ciudadela inca de Estagagache, indicó.

Se han identificado más de 33 estructuras rectangulares y dos circulares, así como andenes, canales de agua.

“Allí hemos identificado más de 33 estructuras rectangulares (de entre 5 por 11 metros cuadrados a 15 por 12 metros cuadrados), que corresponden a viviendas y almacenes; dos estructuras circulares, que habrían sido corrales; construidos con piedra y barro, materiales usados por los incas”, sostuvo.

Además, en la zona existen cientos de andenes distribuidos en más de cuatro kilómetros cuadrados y canales de agua. Si bien es cierto no se han encontrado restos humanos (no se trata de un proyecto arqueológico), sí se han hallado fragmentos de cerámica.

La identificación y ubicación de la infraestructura sepultada por la erupción Huaynaputina fue posible gracias al uso de georradares, cámaras infrarrojo y drones.

HASTA UN METRO DE CENIZA

Los trabajos geológicos han demostrado que la ciudadela de Estagagache, así como los sistemas de andenes contiguos están cubiertos por depósitos piroclásticos (ceniza y pómez o piedra volcánica) de entre 0.4 metros y 1 metro de espesor, emplazados durante la erupción de 1600 d.C.

«Es evidente que la erupción del Huaynaputuna destruyó y cubrió parcialmente la ciudadela inca, andenes y demás infraestructura», sentenció Mariño.

La ciudadela de Estagagache, así como los sistemas de andenes contiguos están cubiertos de ceniza y pómez de entre 0.4 metros y 1 metro de espesor, emplazados durante la erupción.

Depósitos de ceniza y pómez de un metro de espesor, sumados a las lluvias de la época (la erupción fue en febrero), provocaron una gran presión sobre los techos de las construcciones y provocaron su colapso, refirió.

«Pensamos que de esa manera las viviendas fueron parcialmente destruidas y, al parecer, abandonadas después», apuntó.

El ingeniero geólogo del Ingemmet aclaró que «falta confirmar si durante la erupción, antiguos peruanos vivían en esa zona o es que los pobladores, debido a explosiones o a la actividad sísmica, abandonaron el lugar antes».

PUESTA EN VALOR

De los tres pueblos estudiados, Estagagache, sin duda, «es el más importante porque presenta más edificaciones, infraestructura y está parcialmente descubierto», remarcó.

La parte central, donde están las edificaciones identificadas, abarca de entre 300 y 500 metros. Sin embargo, otras dispersas a lo largo de más de cuatro kilómetros cuadrados.

Mariño sostuvo que «hay mucho por investigar» y tras el trabajo liderado por el Ingemmet, ahora corresponde la intervención de otros especialistas. Arqueólogos locales indican que Estagagache sería la zona arqueológica más importante de la región Moquegua.

«Los arqueólogos tendrán que hacer excavaciones, pues existen habitaciones que tienen de medio metro a un metro de cenizas y pómez. Hay señales de que la zona estaba habitada, pues en los tres lugares estudiados hemos encontrado fragmentos de ollas y vasijas de cerámica», puntualizó.

Planteó que arqueólogos investiguen las zonas de Estagagache, Calicanto y Cojraque para ponerlas en valor y generar un nuevo circuito turístico, que permita mejorar la calidad de vida de la población de Moquegua. Así, se deben construir vías de accesos, un museo de sitio y otros.

Mariño adelantó que propondrán al Gobierno Regional de Moquegua y al Ministerio de Cultura la implementación de un proyecto de inversión pública para desarrollar trabajos de arqueología.

EXPEDICIÓN

A la zona de Estagagache solo se puede acceder a pie. El equipo de investigadores partió en vehículo de Moquegua, pasó por los distritos de Omate y Quinistaquillas, a tres horas de la ciudad aproximadamente; en este punto empieza la expedición.

Tras unas tres horas de caminata, a dos kilómetros de la margen izquierda del río Tambo y entre 2,000 y 2,400 metros sobre el nivel mar, la misión llegó a Estagagache, que está deshabitada.

A la zona de Estagagache solo se puede acceder a pie. Después de llegar en vehículo al distrito de Quinistaquillas se debe emprender la caminata y recorrido a lomo de bestia.

«Lo primero que hicimos fue hacer vuelos con dron para poder tener una base cartográfica a nivel de detalle de Estagagache», narró, al precisar que las visitas de campo fueron en mayo y agosto.

Gracias al trabajo desplegado por el Ingemmet, ahora existen herramientas para iniciar excavaciones arqueológicas.

«Hoy tenemos una base cartográfica de alta resolución de toda la zona; mapas cartográficos y modelos de elevación digital del terreno, que nos permiten hacer un mejor reconocimiento de los depósitos que el volcán emplazó y también de la infraestructura «, detalló.

Mariño dijo que este “gran aporte” es puesto a disposición de los investigadores.

El Proyecto Huayruro empezó en 2015 con fondos del Ingemmet y de la cooperación internacional. En el 2017 ganó un concurso del Concytec, que dio un financiamiento para dos años. Hasta la fecha, la inversión total es cercana al millón de soles.

La iniciativa involucra la participación del Laboratorio Magmas y Volcanes, Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD), Volcan Explor-Action, todas de Francia; del Instituto Geofísico del Perú (IGP); así como del Gobierno Regional de Moquegua. (Andina)

Análisis & Opinión