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14 julio, 2025 6:14 pm

¡Con Mario Vargas Llosa: sueños y tareas pendientes!

“No hemos sido los primeros, pero podemos ser los mejores”. —Steve Jobs

POR CÉSAR A. CARO JIMÉNEZ

El aniversario patrio es una fecha que invita a la reflexión sobre la historia, la identidad y el destino de un país. Sin embargo, como bien señala Mario Vargas Llosa, la forma en que interpretamos y celebramos nuestra historia puede estar cargada de complejidades y contradicciones que merecen un análisis crítico profundo.

Vargas Llosa afirma que “los hechos históricos son pretextos de los que se vale un creador para forjar una realidad distinta, y para hablar de los asuntos que lo obsesionan”. En este sentido, la narrativa oficial que se construye en torno a los aniversarios patrios muchas veces busca consolidar una identidad homogénea, dejando de lado las voces disidentes o las heridas no cerradas del pasado. La celebración puede convertirse en un acto de reafirmación de un relato que, en ocasiones, oculta las contradicciones y los errores históricos.

Desde esta perspectiva, el aniversario patrio no debe ser solo un momento de festejo, sino también de cuestionamiento radical, donde se analicen las verdades incómodas y se promueva una revisión crítica de la historia.

Por otro lado, Vargas Llosa advierte que “la política es una forma de la maldad. El mayor error que he cometido en mi vida”. La política, en su uso más oscuro, puede convertirse en un mecanismo de opresión y manipulación en nombre de la nación.

La celebración patria, en algunos casos, se transforma en un acto simbólico que oculta las realidades difíciles, las desigualdades y las injusticias que aún persisten. La exaltación del amor por la patria debe ser un movimiento espontáneo del corazón, no una obligación impuesta desde el Estado o los discursos oficiales. Como él menciona, “el amor al país en que uno nació no puede ser obligatorio, sino, al igual que cualquier otro amor, un movimiento espontáneo del corazón”.

Asimismo, Vargas Llosa reflexionó sobre el papel de la literatura como un acto de rebelión: “Escribir novelas es un acto de rebelión contra la realidad, contra Dios, contra la creación de Dios que es la realidad”.

La misma idea puede aplicarse a la celebración patriótica: en un país que aún enfrenta desafíos estructurales, la celebración puede ser un acto de resistencia y de cuestionamiento, en lugar de una simple conmemoración pasiva. La crítica y la protesta son esenciales para que una nación evolucione y no quede atrapada en mitos que solo alimentan la nostalgia o la complacencia. Por otro lado, la narrativa de Vargas Llosa también nos invita a entender que “los temas que me obsesionan” muchas veces están relacionados con las heridas y las contradicciones del país. La literatura, y por extensión la reflexión crítica sobre la historia patria, nos permite explorar esas heridas abiertas y buscar caminos hacia una identidad más auténtica y plural.

La celebración del aniversario patrio debería incluir, por tanto, un espacio para el diálogo y la autocrítica, donde se reconozcan tanto los logros como las fallas.

Logros y fallas que, por un falso e hipócrita “sentido patriotero”, obligan a diversas entidades y personajes a esconderse tras el silencio o la ausencia al analizar o conversar sobre hechos controvertidos pero reales como, por ejemplo —citamos tan solo dos de un inmenso cúmulo—, entre los que se encuentra la aprobación o no de la Convención del Mar o la conveniencia de comprar nuevos aviones en tiempos de drones y misiles.

Asimismo, Vargas Llosa nos recuerda que “el amor al país en que uno nació no puede ser obligatorio”, sino que surge de un vínculo personal y espontáneo.

La verdadera celebración patriótica implica un compromiso genuino que se nutre del reconocimiento de la complejidad del país, sus luces y sus sombras. Solo así, el aniversario puede dejar de ser un acto de simple solemnidad y convertirse en una oportunidad de reflexión, crítica y esperanza.

Por ello, el aniversario patrio, lejos de ser solo una conmemoración festiva, debe ser un momento de análisis profundo y autocrítica.

Como nos invita Mario Vargas Llosa, la historia, la política y la cultura son espacios donde la rebelión, la contradicción y el cuestionamiento radical son necesarios para construir un país más justo y consciente.

Solo a través de esa mirada crítica, real y sincera podrá nuestro país avanzar hacia un destino más auténtico y digno, que no dé lugar a comentarios irónicos como cuando, en una entrevista televisiva, le preguntaron al doctor Macera: ¿Qué opina sobre la situación del país?

Él empezó respondiendo a quemarropa: “El Perú es un burdel”, a lo cual, aunque otros lo corregían diciendo que, a diferencia de nuestra sociedad, los burdeles son lugares organizados.

El punto, tal parece, es que hoy se confirma la ironía de Macera y corroboramos, estupefactos, que algo de ello tiene fundamento, recordando la conocida pregunta de Zavalita.

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