POR: NATALY ZAA RIVEROS
Muchas veces creemos que nuestras decisiones respecto a la comida dependen solo de la fuerza de voluntad o el conocimiento que tenemos sobre nutrición. Sin embargo, uno de los factores más poderosos (y a menudo subestimado) que influye en nuestros hábitos alimenticios es nuestro círculo social: familia, amigos, compañeros de trabajo, pareja, incluso las personas que seguimos en redes sociales.
Si alguna vez has terminado comiendo algo que no planeabas solo porque “todos lo hacían”, o te has sentido incómoda al decir que estás en un plan de alimentación saludable, ya has sentido ese efecto. En este artículo exploramos cómo tu entorno social puede influir en tus elecciones alimenticias y cómo puedes usar esa influencia a tu favor.
LA COMIDA COMO CONEXIÓN SOCIAL
La comida tiene un fuerte componente emocional y cultural. Celebramos con comida, nos reunimos con comida, mostramos afecto con comida. En muchos casos, compartir alimentos es una forma de pertenecer y sentirse parte del grupo.
Esto explica por qué, cuando decides comer diferente para mejorar tu salud, a veces puedes sentirte “rara”, juzgada o excluida. La presión social, aunque no siempre sea intencional, puede llevarte a comer en función de lo que hacen los demás y no de lo que tú realmente necesitas o deseas.
IMITAMOS CONDUCTAS (¡INCLUSO SIN DARNOS CUENTA!)
Las personas tienden a imitar inconscientemente los hábitos de quienes los rodean. Si tu grupo de amigas tiene por costumbre pedir postre después de cada comida, es probable que tú también lo hagas, incluso si no tenías ganas al principio. Si en tu entorno es común comer snacks todo el día frente a la computadora, puedes incorporarlo sin cuestionarlo.
Estudios han demostrado que las personas que conviven con alguien que comienza un proceso de cambio saludable, como comer mejor o hacer ejercicio, también tienden a adoptar esos comportamientos. ¡Eso quiere decir que tú también puedes ser una influencia positiva para los demás!
¿TE SABOTEAN SIN QUERER?
En ocasiones, las personas cercanas pueden sabotear tu proceso sin malas intenciones. Comentarios como:
“¡Por un pedacito no pasa nada!”
“¿Otra vez estás a dieta?”
“No seas antisocial, come con nosotros.”
Estas frases pueden generarte culpa, incomodidad o incluso hacerte dudar de tu compromiso. A veces lo hacen desde el afecto, el desconocimiento o incluso desde su propia incomodidad al ver que tú sí estás cambiando.
La clave está en comunicar tus objetivos de manera clara y firme, sin necesidad de justificarte. Puedes explicar que no se trata de restricciones extremas, sino de cuidar tu bienestar. Y también puedes buscar maneras de participar socialmente sin comprometer tu progreso: llevar tu propia opción saludable a una reunión, servirte porciones pequeñas o simplemente aprender a decir “no, gracias” con seguridad.
CÓMO TRANSFORMAR TU CÍRCULO EN UN ALIADO
Si tu entorno te influye, ¡úsalo a tu favor! Aquí te dejo algunas estrategias:
Rodéate de personas con objetivos similares: Puedes unirte a comunidades online o presenciales donde compartan consejos, recetas, avances. Esto te mantendrá motivada y te recordará que no estás sola.
Invita a tus seres queridos a sumarse: Sin imponerles nada, puedes compartirles recetas ricas y saludables, proponer una caminata después de comer o preparar una comida juntos más balanceada.
Sé tú el ejemplo: Cuando las personas ven tus resultados y tu cambio de energía, es más probable que se interesen en seguirte. Tu constancia puede inspirarlos más que cualquier palabra.
Pide apoyo directo: A veces basta con decir algo como: “Estoy comprometida con este nuevo estilo de vida, ¿puedes ayudarme a mantenerme firme?”
¿Y LAS REDES SOCIALES?
Hoy en día, muchas personas pasan más tiempo interactuando en redes que en la vida real. Lo que consumes en redes también afecta tu percepción de la comida, el cuerpo y los hábitos.
Sigue a cuentas que te inspiren desde la salud, el amor propio y el equilibrio, no desde la culpa o los extremos.
Haz limpieza de contenido tóxico que te haga sentir insuficiente o te promueva hábitos dañinos.
Tu círculo social tiene un impacto real en lo que comes, cómo lo comes y cómo te sientes al respecto. Ser consciente de esa influencia es el primer paso para tomar el control de tus decisiones alimenticias. Recuerda que no se trata de cambiar a los demás, sino de fortalecer tu compromiso, comunicar con claridad y rodearte de ambientes que sumen a tu bienestar.
Y si hoy sientes que ese entorno no te apoya del todo… ¡tú puedes ser el punto de cambio que inspire a los demás!