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16 septiembre, 2024 6:37 am

Colegio con historia

Naturalmente que, cuando hablamos del Colegio de Moquegua, no nos referimos a otro que no sea el que Simón Bolívar fundó en 1825 sobre las bases del Colegio San José, como se llamó bajo la administración jesuita, creado por cédula real en 1711; después convertido en Colegio de Propaganda Fide con los padres franciscanos, hasta 1824.

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS      

Este 8 de setiembre el Colegio de Moquegua conmemora 199 años de su etapa bolivariana. Estamos en la víspera de su bicentenario, venerable historia que se extiende mucho más allá de esta fecha.

Naturalmente que, cuando hablamos del Colegio de Moquegua, no nos referimos a otro que no sea el que Simón Bolívar fundó en 1825 sobre las bases del Colegio San José, como se llamó bajo la administración jesuita, creado por cédula real en 1711; después convertido en Colegio de Propaganda Fide con los padres franciscanos, hasta 1824.

Fue José Hurtado de Ichagoyen quien, hace más de trescientos años, donó su fortuna para crearlo con el fin de “que se consiga el bien espiritual que se desea para los vecinos de la villa y buena educación de la juventud de ella”.

Es un hito en la historia de Moquegua. El Colegio modificó la traza de la villa; se empezaron a diseñar y modificar las calles con el fin de tener un mejor acceso al plantel. Los vecinos, conscientes de su importancia, donaron terrenos adyacentes y dinero para su progreso. Las actividades cotidianas en la floreciente villa de Moquegua, marchaban al compás de las campanas de su casa de estudios.

Su existencia fue un motivador ejemplo seguido por otros hijos ilustres que disfrutaban de la prosperidad que les daba el floreciente negocio del vino y el aguardiente, holgura que compartían con sus paisanos.

Fue así como piadosos vecinos legaron su cuantioso caudal para erigir un monasterio de monjas, destinado para las niñas, que el obispo, tentado por la codicia, escamoteó para llevarse la fundación a Arequipa; otro, deja sus bienes para la creación de un hospital que atendiera a la humanidad doliente.

En todo tiempo seguían las continuas donaciones, bien para consolidar o incrementar estas fundaciones. Tan imprescindibles se hicieron en la conciencia de los pobladores que, una vez destruidos por los continuos terremotos, con el mismo desprendimiento las volvían a levantar. Sí, no había duda, se vivía una nueva época en la mente y el corazón de los pobladores.

Los franciscanos, cuando reemplazaron a los expulsos jesuitas, pusieron especial empeño en la sacrificada labor misionera. Catequizaron en la selva inexplorada, hicieron valiosos descubrimientos geográficos de enorme valor para el país, sin descuidar la enseñanza a los jóvenes y en dar el necesario pasto espiritual a los pobladores. Estos religiosos fueron los intercesores para que Santa Fortunata eligiera estar con nosotros.

Independizado el país, Bolívar funda el plantel que luego de llevar el nombre de Colegio Nacional de La Libertad, hoy lleva su nombre. Se desarrollan modernos planes educativos, siempre respetando el legado de su fundador, José Hurtado de Ichagoyen.

Por eso los estudiantes, agradecidos, cantamos:

Libertad es el nombre bendito

del plantel que nos la instrucción.

¡Loor eterno al glorioso Bolívar

que a Moquegua tal bien le otorgó!

El colegio, nuestro colegio, durante todo el período republicano, continuó siendo nuestra principal institución educativa y cultural.

El aniversario, el 8 de setiembre, ha sido siempre una de las principales fiestas cívicas de la ciudad. El bicentenario que se aproxima, lo celebraremos el próximo año, será sin la menor duda el acontecimiento más significativo. Se darán cita los exalumnos de todos los rincones del país, en una conmovedora romería del reencuentro, motivados por un genuino compañerismo cultivado en las aulas, siempre con el mismo fervor y emoción: dejar como posta a las nuevas generaciones la antorcha encendida recibida por quienes nos precedieron.

Es pues, por su importancia, por su noble historia y por lo que significó para la cultura de la región y para el país, el Colegio de Moquegua por antonomasia, cuya existencia es más antigua que la república.

Hablar de él es hablar de la historia de Moquegua y de una de sus páginas más brillantes. De allí la gran importancia de que esta historia, que nos acompaña desde hace más de tres siglos, sea conocida por toda la ciudadanía moqueguana, de manera particular por la comunidad bolivariana. Es nuestra institución más representativa. Ser parte de ella es un honor inocultable, pero también un compromiso militante.

Recordemos la plegaria que los alumnos de ayer acostumbraban elevar en los seculares claustros libertanos, para que con misma la misma convicción la repitan los estudiantes de hoy:

¡Señor! Porque sois Dios, por que sois Omnipotente, derramad sobre este colegio fundado por el gran Simón Bolívar, todas vuestras divinas gracias; ayudándonos en nuestras tareas escolares, a fin de corresponder a los sacrificios de nuestros padres y maestros y haced de nosotros una generación que, por su trabajo, su disciplina y su saber, logre la felicidad de la patria.

Análisis & Opinión