POR: PHD. ING. AVID ROMAN-GONZALEZ
Xiong’an, la ciudad inteligente ubicada en la provincia china de Hebei, se convierte en el primer lugar del planeta en contar con una red de banda ancha 10G. Este despliegue marca un antes y un después en la historia de las telecomunicaciones.
En un mundo cada vez más digitalizado, donde la velocidad y la estabilidad de las conexiones son claves para la vida diaria y el desarrollo económico, China ha dado un paso gigante hacia el futuro. Recientemente, se ha lanzado en la ciudad de Xiong’an la primera red de fibra óptica 10G del mundo, una infraestructura de vanguardia que promete transformar no solo la manera en que accedemos a internet, sino también cómo vivimos, trabajamos y nos relacionamos con la tecnología.
¿Qué es exactamente el “10G”? A diferencia de lo que su nombre podría sugerir, el 10G no es una evolución del 5G móvil. Se trata, en realidad, de una conexión fija basada en fibra óptica que ofrece velocidades de descarga cercanas a los 10.000 megabits por segundo (Mbps), con latencias extremadamente bajas —menores a 3 milisegundos. Para ponerlo en perspectiva, eso es hasta 100 veces más rápido que las velocidades promedio que actualmente tienen los hogares en América Latina.
Esta tecnología es posible gracias al uso del estándar 50G-PON (Red Óptica Pasiva), que permite distribuir grandes volúmenes de datos de manera estable, eficiente y simultánea a múltiples usuarios. La implementación ha sido liderada por operadores chinos como parte de una estrategia nacional para posicionar a Xiong’an como un prototipo de ciudad del futuro: una urbe altamente tecnológica, conectada y sustentable.
Un laboratorio viviente de la hiperconectividad: Cabe destacar que Xiong’an, al ser una ciudad en desarrollo con relativamente pocos habitantes, ofrece condiciones ideales para experimentar con nuevas tecnologías sin la saturación de redes que ocurre en megaciudades. Esto ha permitido alcanzar velocidades sorprendentes, pero también nos advierte que replicar estos resultados en otras zonas con mayor densidad poblacional será un reto técnico aún por resolver.
Sin embargo, este despliegue no debe verse solo como un experimento aislado. Las redes 10G se perfilan como la base para una nueva generación de servicios digitales: transmisiones en resolución 8K, cirugías remotas en tiempo real, experiencias inmersivas en realidad virtual y aumentada, automatización urbana, vehículos autónomos, educación interactiva y mucho más.
MÁS QUE VELOCIDAD: ES VISIÓN DE FUTURO
La llegada del 10G nos recuerda que el progreso tecnológico no solo se mide en megabits por segundo. También se trata de visión, planificación y apuesta por la innovación. China ha comprendido que la conectividad es una infraestructura crítica del siglo XXI, al igual que las carreteras o las redes eléctricas.
Pero este hito también abre una reflexión más amplia: la ciencia y la tecnología no deben quedar encerradas entre laboratorios y centros de datos. Su impacto y sus beneficios deben ser comprendidos por toda la sociedad. Solo así podremos generar el respaldo ciudadano necesario para seguir invirtiendo en investigación y desarrollo, en beneficio de todos.
Desde Perú y otras regiones en desarrollo, este avance debe inspirarnos a mirar con mayor decisión hacia el futuro digital. No se trata solo de importar tecnología, sino de crear entornos propicios para la innovación propia. Necesitamos políticas públicas audaces, alianzas entre academia, empresa y gobierno, y una ciudadanía informada que comprenda por qué la conectividad importa.