POR: CESAR A. CARO JIMÉNEZ
César, amigo de toda la vida llevaba la música en el alma, la cual era acompañada por una personalidad ejemplar, generosa, honesta y comprometida con su trabajo y su familia, a la cual siempre tuvo presente en sus actividades diarias públicas y privadas al lado de Rosa, su compañera de siempre, no habiendo sido nunca jamás objeto de crítica o murmullo mal intencionado, a tal punto que se le podría caracterizar muy bien con parte de la letra de una canción mexicana que a la letra dice: “ No soy monedita de oro, Pa’ caerles bien a todos. Así nací y así soy y si no me quieren, ni modo” …pero en su caso lo raro sería encontrar alguien que no lo apreciara, tanto por su espíritu franco como por su talante de SEÑOR.
¿Cómo no recordarlo en los tiempos mozos en los años escolares, en los cuales –virtudes que mantuvo siempre–, destacaba por su alegría, espíritu de colaboración y picardía? Virtudes, que hicieron que, en muchas ocasiones, a pesar de no encontrarnos meses de meses, cuando coincidíamos era como si nos hubiésemos visto el día anterior…
¿Cómo no recordar los años colegiales en que nuestra promoción que no lleva nombre alguno, porque casi todos decidimos rechazar el cual se nos quería imponer él jugó un papel importante? ¿Cómo olvidar que, debido a sus conocimientos de inglés, a las horas de los exámenes el que menos quería estar a su lado?
¿Cómo olvidar su orgullo por poseer y mostrar a innumerables visitantes en su fundo, el olivo que es considerado el más antiguo de Ilo, el Perú y América del Sur? ¿Cómo olvidar su inmenso amor a Ilo que lo llevo a componer y cantar una canción con mi primo Eduardo Jiménez Lazo, inédita aún, pero que es una de las más bellas que he escuchado? Espero que no se pierda.
¡Siempre recordaremos su personalidad, sonrisa, su optimismo y su amistad sincera, por lo que me permito terminar este pequeño homenaje personal, trayendo en remembranza a su memoria unas frases que quieren ser poemas!
En el jardín de los recuerdos, donde florece la nostalgia,
donde las risas de ayer se convierten en susurros del viento,
allí, en ese lugar, están los amigos que ya no están.
Amigos que fueron luz en días oscuros,
que compartieron risas y lágrimas,
que dejaron huellas imborrables en el sendero de la vida.
Ahora son estrellas en el cielo nocturno,
brillando con un resplandor suave y constante,
recordándonos que, aunque ya no están aquí, nunca se han ido del todo.
Sus voces resuenan en las canciones que solía cantar.
sus risas se escuchan en las historias que solíamos oír.
Así que aquí levanto mi copa, en honor a los amigos que ya no están,
Por los momentos compartidos, por las batallas ganadas.
Porque, aunque ya no estén aquí, en nuestros corazones siempre estarán.