El incendio en la Amazonía boliviana, que arrasó hasta ahora 2 millones de hectáreas de bosques y pastizales, cumple más de siete semanas causando estragos en la flora y fauna única de estos parajes, mientras el gobierno del presidente Evo Morales intenta combatir el siniestro.
El departamento oriental de Santa Cruz, epicentro de la economía agropecuaria boliviana, es el más castigado por el fuego forestal. La gobernación local declaró «alerta roja» la primera semana de agosto ante un inusual incremento de focos de fuego por la quema de pastizales para la siembra.
La quema de campos de cultivo, que en Bolivia recibe el nombre de «chaqueo», es una práctica que según algunos expertos se realiza desde la época de la colonia, con la creencia de que la ceniza mejora la calidad de la tierra. Se hace con el fin de limpiar terrenos para la siembra y recuperar pastizales para el alimento del ganado.
Los ambientalistas culpan a normas promulgadas bajo el gobierno del izquierdista Evo Morales de incentivar la quema de bosques y pastizales para ampliar la frontera agrícola, pero el oficialismo atribuye estos incendios al clima seco, a los vientos y a personas que actúan de manera intencionada.
LUCHA POR TIERRA Y AIRE
El gobierno se está sirviendo de aviones y helicópteros cisterna para bombardear con agua las zonas afectadas.
En la penúltima semana de agosto llegó un avión TuperTanker Boeing 747 y esta semana se sumó un avión ruso Ilyushin, los más grandes existentes en materia de combate al fuego, según las autoridades.
También se cuenta con varios helicópteros, como un Chinook y dos Sikorsky, además de otras naves bolivianas.
El canciller Diego Pary dijo recientemente que ya se gastó un presupuesto de 11 millones de dólares de fondos públicos y que se mantiene la coordinación para canalizar la asistencia internacional.
Cerca de 5.000 bomberos, policías y militares combaten por tierra las llamas, con la colaboración de 38 bomberos franceses y 200 de Argentina. (AFP)