Mollendo le debe un gigante monumento al Deán Valdivia, el hijo más preclaro de la provincia de Islay, y debe gestionar la repatriación de los restos de Carlos Baca Flor, el pintor peruano de más prestigio en el exterior para que descansen en un mausoleo del cementerio general, así sostuvo el periodista Bernardino Rodríguez Carpio, en el discurso de orden de la sesión solemne del Círculo Mollendo de Arequipa por su 37 aniversario.
Ambas propuestas las hizo en el final de una semblanza de estos dos personajes, sosteniendo que Mollendo, con motivo de su 150 aniversario, a cumplirse el 6 de enero del 2021, debe exhibir los valores de su provincia. “Honrar honra. Mollendo se honraría rindiéndoles el justo homenaje que merecen” afirmó.
Del deán Juan Gualberto Valdivia, dijo el expositor que su figura en Arequipa solamente es comparable con la de Mariano Melgar. “Si este fue un precursor de la independencia, Valdivia conduce a Arequipa en revoluciones que más de una vez le enmendaron el destino al Perú. Es un forjador de la república” afirmó.
“Basadre diría, un siglo después, que Arequipa en los años iniciales de la vida independiente del Perú fue una pistola apuntando al corazón de Lima. Bien podríamos decir hoy que el dedo sobre el gatillo de esa pistola, lo puso el Deán Valdivia. Así de gravitante fue, no solo para Arequipa sino para el Perú este célebre personaje” sostuvo el expositor.
Recordó que fue fundador de la Academia Lauretana, entidad que reunió a veinticinco personas de prestigio intelectual, que mucho aportaron para la marcha del país. También fue gestor de la creación del Colegio de la Independencia Americana y de la Universidad del Gran Padre San Agustín. Estuvo en contra del centralismo limeño y al apoyar la Confederación Perú – Bolivia, estuvo a favor de la reintegración de Bolivia al seno de la patria peruana.
“El centralismo contra el que peleó, terminó borrándolo injustamente de los textos escolares de la historia nacional en donde existen luces para personajes de menor gravitación pero cuyo escenario de acción fue Lima” sentenció.
BACA FLOR: LA POBREZA LE ARREBATÓ SU PATRIA
Refiriéndose a Carlos Baca Flor, dijo el periodista que “siendo muy niño, la pobreza le arrebató su patria. Tenía apenas cuatro años cuando sus padres debieron migrar en 1871 de Islay, donde había nacido, con destino a Chile. El pueblo estaba decayendo remplazado por el nuevo puerto de Mollendo que cuenta con un medio de transporte ultra moderno, llamado ferrocarril”.
Narró que vivió en la miseria en Santiago durante los tiempos de guerra con el Perú y en 1882 ingresó a la Academia de Bellas Artes. Su pobreza lo hacía ir muy temprano para tomar asiento en el aula y disimular sus remiendos.
“Culminó estudios en 1886 y en un concurso ganó medalla de oro y una beca para seguir formándose durante cinco años en Roma. Ya premiado, se sorprende el gobierno que fuese de nacionalidad peruana y le quitan el premio”, afirmó.
Luego dijo que “El gobierno peruano del general Andrés Avelino Cáceres valora su gesto y lo trae a Lima, para darle beca similar. Tres años debió esperar para que esto se haga realidad”.
El 6 de febrero de 1890, parte a Roma. Pasa angustias porque no llega de Lima la otra parte de la beca, pese a sus desesperantes reclamos por carta. Ingresa a la Real Academia de Bellas Artes y egresa con el primer puesto. Dada su miseria resuelve pasar a París en 1893 y encuentra mejores posibilidades de subsistencia.
Trabaja en la Academia Julián. El director de la academia, sin su consentimiento, presenta una obra suya a importante concurso y gana el primer lugar. A partir de entonces cambiaría su historia.
La crítica de la ciudad luz destaca su gran dominio técnico. Su sentido de observación y de ejecución realista, lo definen dentro del tema más complejo, el retrato. Realiza trabajos de célebres personajes. Su prestigio trasciende Francia y el banquero norteamericano John P. Morgan lo lleva para que haga su retrato. El trabajo le abre las puertas de la fama en este gran país. Hoy el retrato de Morgan luce en el Museo de Nueva York.
Baca Flor abrió taller y vinieron más contratos. Lo creen francés pero más de una vez aclara ser peruano.
“La crítica lo elogia. En 1926 es nombrado miembro de la Academia de Bellas Artes de Francia. A su retorno a París en 1929, lo reciben con grandes honores y cálidos homenajes. La muerte lo sorprende el 20 de febrero de 1941, en medio de los aprestos de la segunda guerra mundial” comentó.
Bernardino Rodríguez dijo finalmente que sus restos reposan en un cementerio galo, lejos de la patria que siempre amó “esperando alguna vez lo regresen a donde nació”.