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22 noviembre, 2024 4:28 pm

Autogolpe (II)

La desconfianza creciente del electorado, la insurgencia de la Generación del Bicentenario y los efectos de la pandemia hace prever que el voto será uno de los más duro de convencer.

POR: JULIO FAILOC RIVAS   

Más allá del papel protagónico que cumplió la “Generación del Bicentenario” en la recuperación de la democracia consideramos importante analizar los efectos que ha tenido sobre la clase política el golpe de estado.

El autogolpe no solo se lo dio Merino, sino también los congresistas golpistas y sus partidos, y estoy seguro que también el Tribunal Constitucional, quien, con su último fallo, ha dejado la gobernabilidad del país en manos del congreso, quien con 87 votos puede vacar al presidente en el momento que le dé la gana.

Sin embargo, como lo señalamos líneas arriba el artículo no tiene otro propósito más que el de presentar información de los efectos que tuvo la decisión de vacar al presidente, no solo para el congreso, sino que también, para los partidos que la avalaron la misma, aun cuanto a los pocos días éstos se quisieron lavar la cara quitándole la confianza al presidente de facto que impusieron con la fuerza de sus votos.

Un primer efecto fue el costo de la decisión de vacar a un presidente cuya popularidad alcanzaba el 60%. De locos, porque más allá del miedo de ir a la cárcel, o de los intereses subalternos o de la angurria por el poder que motivó la vacancia, solo a un Congreso, bruto y achorado (CBA), como el del Perú, se le pudo ocurrir esto. Pero eso no es todo, porque en el sentido contrario, convirtieron a Vizcarra en una víctima, quien se despidió con un índice de popularidad más alto del mundo (77%).

Lo curioso de todo esto es que, al Congreso, hasta antes de vacar a Vizcarra, no les iba tan mal. Su nivel de aceptación, según Ipsos Perú, antes del primer intento de vacancia era del 36%, pero que luego de la primera y segunda intentona de vacancia, se fue al suelo hasta caer a 9% donde se encuentra ahora. El nivel de desaprobación por el contrario se disparó del 56% hasta el 88%.

Otro efecto, ha sido el cuestionamiento de la legitimidad de los partidos que van de mal en peor. Los platos rotos de la vacancia presidencial también han sido compartidos con los partidos a los cuales pertenecen los vacadores. En la última encuesta de IEP, luego de la vacancia, nos muestra resultados interesantes: el 65% siente que no los representa ningún partido, mientras que a su vez se sienten representados por políticos, como Martín Vizcarra con 12%, Julio Guzmán 4% y en un 2% por Keiko, Antauro Humala, George Forsyth y Verónica Mendoza.

Un análisis más fino de los efectos de la vacancia sobre los partidos lo podemos observar con las tres últimas de las encuestas de Ipsos Perú.  Como era previsible los más afectados son Keiko, Urresti, Acuña y los candidatos de Acción Popular quienes perdieron más de 10 puntos en total, mientras que los partidos que no estuvieron involucrados en la vacancia como Guzmán, la Mendoza y De Soto, se vieron favorecido con 7 puntos más. El caso de Forsyth, su caía de 7 puntos se debe a otros factores, tales como la percepción de que no es candidato preparado. La entrevista sobre sobre la reforma del estado que lo dejó mudo y está siendo utilizada por sus adversarios, y la coyuntura actual le está pasando la factura.

Las elecciones del 2021 van a ser más complejas que de costumbre. La desconfianza creciente del electorado, la insurgencia de la Generación del Bicentenario y los efectos de la pandemia hace prever que el voto será uno de los más duro de convencer. Quién logre captar la atención y el interés políticos de los jóvenes bicentenarios, no solo ganará las próximas elecciones, sino que también, tendrán en sus manos la responsabilidad histórica de renovar la política y su clase.

Análisis & Opinión