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9 junio, 2025 8:01 am

Arequipa y la Guerra del Pacífico: 144 años de una historia marcada por mitos y verdades

En Arequipa, aseguró (historiador Hélard Fuentes Pastor), sí existió una resistencia, sobre todo de origen popular, mientras que sus autoridades negociaban con el ejército chileno y sus mandos militares desarmaban a la guardia nacional y se trasladaban a otros lugares.

POR: GUSTAVO PINO

La leyenda negra de Arequipa sobre su participación en la guerra con Chile, no es más que un mito para algunos y una verdad irrefutable para otros. Corría el año 1881, tres meses después de las Batallas de San Juan y Miraflores, un joven, de 34 años, propuso rendirse ante los chilenos durante el discurso de apertura del año académico en la Universidad Nacional San Agustín. Su nombre era Belisario Llosa y Rivero —bisabuelo del nobel Mario Vargas Llosa (MVLL) —. Años más tarde algunos considerarían esa acción como cobarde y emisora de un mensaje derrotista. Sin embargo, para el historiador y ex director de la biblioteca MVLL, Mario Rommel Arce, fue una actitud sin nada que reprochar ante lo inevitable: la llegada de los chilenos a suelo arequipeño.

Por otro lado, se encontraba Hipólito Sánchez Trujillo, quien publicó artículos encendidos en periódicos de la época, incitando al pueblo arequipeño a alzarse en armas.

“Ambos pertenecían al grupo intelectual de la época que se dividió en dos partes, los que apoyaban la guerra y los que solo querían la paz—explicó Rommel Arce—. Y ambas posturas eran entendibles por el contexto social en el que se vivía. No se podía acusar de traición a la patria a nadie por no querer derramar más sangre. Ahora todo es fácil de explicar. Pero, en ese entonces, era una conversación de sordos, donde en un solo escenario había varios intereses en juego”.

El historiador Hélard Fuentes Pastor respondió a esa última afirmación señalando que debió recordarse —como lo expresó Andrés A. Cáceres en una entrevista— que en ese periodo predominaban los prejuicios sociales, la indiferencia y las traiciones cometidas por autoridades y militares, figuras que deben ser desmitificadas cuando se aborda la historia con un enfoque crítico, situando los hechos en su real dimensión. En Arequipa, aseguró, sí existió una resistencia, sobre todo de origen popular, mientras que sus autoridades negociaban con el ejército chileno y sus mandos militares desarmaban a la guardia nacional y se trasladaban a otros lugares. ´

Según Fuentes, lo que se vivió fue una combinación de cobardía y traición de personajes como Montero, confusión en la conducción militar y un auténtico espíritu de lucha en el pueblo arequipeño, pese a la falta de organización. Y planteó una pregunta clave: ¿con qué autoridad moral puede resistir un pueblo si sus dirigentes se rinden o muestran indiferencia?

Sin embargo, según la opinión del historiador moqueguano Pedro Peralta, Arequipa tuvo una participación significativa en la Guerra del Pacífico, ya que varias unidades que formaron parte de la campaña de Tacna y Arica estuvieron integradas por pobladores arequipeños. Esta contribución, aunque a veces poco visibilizada en los relatos oficiales, demuestra que desde las faldas del Misti surgió un compromiso activo con la defensa nacional, reflejado en la presencia de combatientes arequipeños en algunos de los frentes más duros del conflicto.

1881 y 1883: MOMENTOS DIFÍCILES

Ante el desorden y desorientación del poder, el vicepresidente Lizardo Montero asumió la presidencia provisoria (1881 – 1883), trasladando su gobierno a la Ciudad de Blanca, que en 1882 se convirtió en la capital del Perú.

El caos social que se vivió en esos años llevó a tomar decisiones que marcarían la historia del país. Según Rommel Arce, el 22 de abril de 1883, se instaló en Arequipa el congreso donde el alcalde Diego Butrón apoyaría la corriente de ceder territorio nacional a Chile a cambio de la paz. Sin embargo, meses más tarde, el 23 de octubre, el ministro arequipeño Mariano Nicolás Valcárcel, firmó una carta que comunicaba el acuerdo entre autoridades militares y el Gobierno, en el que se pactaba la resistencia a la ofensiva chilena.

Inexplicablemente, el 26 de octubre del mismo año, los militares liderados por el contraalmirante piurano y vicepresidente del Perú, Lizardo Montero, huyeron a Puno, dejando a la ciudad desguarnecida.

“Diego Butrón fue juzgado como cómplice de Montero, luego que este abandonara la ciudad. Fue dramático su final. El pueblo castigó su supuesta traición con la muerte. Aunque ya para entonces en Lima se había firmado el tratado de Ancón que puso fin a la Guerra”, mencionó Arce.

AREQUIPA: GUERRA Y HÉROES

El 29 de octubre de 1883 se sintieron las botas del ejército enemigo en suelo arequipeño. La Iglesia San Agustín «fue el recinto que sirvió como caballeriza para los chilenos cuando ocuparon Arequipa entre 1883 y 1884», señaló el investigador Rommel Arce. Este templo no fue el único vejado durante la guerra, los chilenos levantaron sus cuarteles en las iglesias de Sachaca y Tiabaya. Permanecieron alrededor de 5 meses en la ciudad, donde la provocación, por parte del bando contrario, fue constante.

“Hubo casos en que los oficiales chilenos intentaron abusar de una pobladora de Quequeña. Los pobladores saltaron en su defensa matando a dos de ellos. Lamentablemente terminan fusilando a los pobladores. También tenemos el caso de la Higuera de Cayma, donde un campesino fue fusilado por evitar el robo de su ganado. La población vivió con rabia esos días. Es un error decir que Arequipa traicionó a la patria, porque ofreció héroes como Manuel Ugarte, Isaac Recabarren, Carlos Llosa, Mariano Bustamante, entre otros”, añadió. Lo que siguió después es historia conocida por todos, pero que muchos queremos olvidar.

Análisis & Opinión