9 C
Arequipa
15 C
Ilo
16 C
Moquegua
Asociado al Consejo de la Prensa Peruana - CPP
lunes, septiembre 22, 2025

Arequipa: en crisis, sin ilusiones y sin liderazgo (I)

El carácter arequipeño, ese que se jacta de su rebeldía y laboriosidad, debe volverse a dirigir hacia sus autoridades para demandarles lo único que no han entregado: seriedad, visión y resultados.

ARCHIVO

- Advertisement -

POR: GUSTAVO PUMA CÁCERES

Un fantasma recorre Arequipa. No es el del tradicionalismo, ni el regionalismo ni el del caudillismo de antaño. Es un fantasma moderno y demoledor, el de la inacción y el de la pobreza creciente.

Un informe reciente del Instituto Peruano de Economía (IPE) y el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) no es una simple estadística; es el certificado de defunción de la Arequipa que se creía inmune al declive del país. Revela una crisis profunda, simbolizada por un «fantasma» moderno de inacción y pobreza creciente.

La pobreza monetaria en la región aumentó al 15.8% en 2024 (desde un 13.9% en 2023), lo que significa que más de 252,000 personas viven en la precariedad. Estas son las peores cifras en una década y se presentan como el síntoma de un estancamiento socioeconómico y una grave crisis de liderazgo que ha paralizado a la otrora pujante región.

DIAGNÓSTICO ECONÓMICO DEFICIENTE: LA PARÁLISIS DE AREQUIPA

El principal problema de Arequipa no es la falta de potencial económico, sino su incapacidad para diversificarlo y gestionarlo de manera eficiente. Su economía depende peligrosamente del sector comercio y servicios, haciéndola vulnerable. La industria manufacturera, antaño un bastión, no despega.

Las provincias interiores viven un abandono criminal; mientras la ciudad capital debate sobre semáforos, Caravelí, La Unión o Castilla claman por infraestructura productiva: vías de comunicación, irrigaciones y conectividad digital que les permita integrar sus productos (olivos, uvas, alpaca, trucha) a cadenas de valor de alto rendimiento.

La falta de infraestructura crítica es otro lastre. El puerto de Matarani, el aeropuerto y la represa de Angostura siguen sin el impulso necesario, frenando la inversión, encareciendo los productos, reduciendo la competitividad y actuando como un «impuesto silencioso» para la población.

VACÍO DE PODER DE VÍCTOR HUGO RIVERA

Ante esta debacle, la pregunta es obligatoria: ¿dónde están sus autoridades? El diagnóstico apunta a una falta de liderazgo tan profunda como la crisis misma.

Por un lado, la Municipalidad Provincial de Arequipa, con su alcalde Víctor Hugo Rivera Chávez, se ha destacado por una gestión errática: gestión de lo cotidiano, olvido de lo estratégico.

Falta de visión estratégica: la gestión se describe como errática, reactiva y enfocada en lo cotidiano, olvidando la planificación a largo plazo. Carece de un plan de desarrollo metropolitano y de acondicionamiento territorial para el futuro de la ciudad (ej. al 2050).

Problemas crónicos no resueltos: empeora el caos en el transporte público, los proyectos de infraestructura vial son lentos e insuficientes, y hay un deterioro palpable en servicios básicos como la recolección de basura y el mantenimiento de áreas verdes.

Soluciones superficiales: se critica que propuestas como un teleférico actúen como distracciones frente a la ausencia de un plan integral y estructural para problemas de fondo como la movilidad urbana.

Crecimiento urbano anárquico: la ciudad crece sin orden, sin que la autoridad municipal logre dirigir su desarrollo urbano y territorial.

El descontento ha alcanzado un nivel crítico y sin precedentes, incluso entre los propios regidores, lo que se señala como un síntoma inequívoco de una gestión que ha perdido toda credibilidad y confianza por su incapacidad para transformar la ciudad para el siglo XXI.

SIN LIDERAZGO EN LA REGIÓN AREQUIPA

Por otro, el Gobierno Regional de Arequipa, con su gobernador Rohel Sánchez Sánchez, es la personificación de la ausencia, la inacción estratégica y el desgaste institucional. Es retratado como un liderazgo ineficaz, que no está a la altura de los desafíos de la región, generando descoordinación, paralización de proyectos estratégicos y una percepción general de abandono del interior.

Falta de liderazgo y estrategia: se acusa al gobierno regional de inacción estratégica, ausencia y desgaste institucional. No existe un plan de desarrollo concertado que articule a las ocho provincias, ni una estrategia clara para impulsar clústeres económicos.

Promesas incumplidas y obras paralizadas: el Plan de Desarrollo Regional Concertado es calificado como «letra muerta». Proyectos clave para la región, como el IREN Sur y la vía Arequipa-La Joya, están paralizados o avanzan con grandes problemas.

Decisión crítica negativa: la decisión más cuestionada fue la desactivación de la Autoridad Portuaria Regional, lo que frenó el desarrollo del Puerto de Corío, un proyecto vital para convertir a Arequipa en un nodo logístico importante. Esto se interpreta como una «renuncia a la ambición regional».

Inestabilidad interna: la alta rotación de gerentes y funcionarios debilita la institución, afecta la continuidad de las políticas y sugiere improvisación en la gestión.

Ejecución presupuestal inefectiva: aunque la administración podría mostrar cifras de alta ejecución presupuestal, se critica que este gasto no se traduce en obras de alto impacto que mejoren la calidad de vida o la competitividad, sino que se diluye en gasto corriente o proyectos menores.

DE LA QUEJA A LA ACCIÓN

Arequipa no necesita más discursos; necesita acciones concretas y viables. Las cifras del IPE son una declaración de fracaso. Son el resultado de años de miopía política, de gestiones improvisadas y de una clase política que ha confundido el liderazgo con la photo opportunity.

Arequipa se está quedando sin ilusiones porque sus líderes se han quedado sin ideas y sin capacidad de ejecución.

Un llamado a la sociedad civil, la prensa y los gremios: deben asumir un rol de vigilancia activa. No se puede permitir que otra gestión se pierda en la trivialidad. Exigimos a alcalde y gobernador que rindan cuentas sobre estos puntos concretos. Que presenten sus planes, sus cronogramas y sus avances mensurables.

El carácter arequipeño, ese que se jacta de su rebeldía y laboriosidad, debe volverse a dirigir hacia sus autoridades para demandarles lo único que no han entregado: seriedad, visión y resultados.

El reloj de la pobreza no se detiene. Arequipa merece mucho más que esto.

LO ÚLTIMO