Por: Lic. Yessica C. Rodriguez Torres
Hace unos días escuché a un familiar que sufre de glaucoma, reclamar porque le sirvieron una presa en un plato blanco, el cual era del mismo color de la mesa, blanco. “¿La presa está en la mesa?”, exclamó con una leve sonrisa.
Unos años atrás intercambiaba con unos estudiantes, cómo sería si la gelatina no estaría en pocillos, si el agua no la colocaríamos en recipientes y así, demás suposiciones. Ellos opinaron que eso no podría ser, la gelatina no tendría forma, el agua se derramaría, entre otros resultados.
En estos días venimos siendo testigos de cómo los candidatos que quedaron para disputar la segunda vuelta, se vienen “citando”, proponiendo encontrarse para debatir, aquí, allá y acullá.
Y nosotros mirando, “haciendo la ronda”, para que Castillo y su contrincante decidan cuál será el próximo recinto de sus “dimes y diretes”.
El J.N.E. les hace saber las reglas de juego, pero, como hace tiempo jugamos “ser libres” o mejor dicho “a hacer lo que nos da la gana”, nadie dice nada, nadie se opone, nadie “sentencia”, al contrario, nos reímos, nos burlamos.
Pero de “castaño claro”, ya pasó a “castaño obscuro”, ahora será el debate en la calle, ¡ah! Perdón, creo que por clanes.
No, así no, lo que vamos a decidir es el destino del Perú, de nuestros niños. Y estos señores actúan como que estuvieran en una riña personal, familiar, de ellos.
Las reglas, las normas, no son malas, son la base, las columnas de toda sociedad, que se hace respetar en su conjunto, no para servir de vitrina de personajes histriónicos.