POR: CESAR A. CARO JIMENES
No me cansaré de reiterarlo: creo firmemente que la inversión privada es el motor principal del desarrollo integral de las sociedades. Sin embargo, también considero que el Estado, en todas sus instancias, juega un papel fundamental. Es esencial que no solo supervise las actividades del sector privado, sino que también promueva un reparto equitativo de las riquezas. La razón es sencilla: el principal objetivo de los dueños y ejecutivos de cualquier empresa privada es el lucro, lo que contrasta con la misión del Estado, que debería ser construir un entorno social que beneficie a todos sus ciudadanos.
Pues bien, intentemos analizar periodísticamente la coyuntura actual, teniendo como marco la posibilidad de que Southern Peru pueda explotar Tía María, haciendo un poco de historia y precisando algunos datos interesantes y, en algunos casos, muy actuales sobre la SPCC y su deuda histórica, que me atrevo a decir merece un trabajo más amplio y detallado, el cual podría ser motivo de un informe posterior si se consigue financiamiento.
Hoy como ayer, los principales conflictos giran en torno al agua, lo que nos lleva a recordar que, allá por 1950, Manuel Seoane Corrales, líder fundador del APRA, conocido como “El Cachorro”, visitó Moquegua e Ilo. Leamos algunas partes de sus crónicas de aquel entonces: “…Moquegua aguarda la hora nacional de la redención definitiva. Porque los moqueguanos viven la zozobra del agua… Otra necesidad urgente es concluir la carretera a Puno. La distancia más corta entre el mar y Puno y Bolivia es la línea Ilo-Moquegua-Puno… en los agrestes acantilados sureños… solo hay una ancha, pacífica y acogedora rada: el puerto de Ilo… pero sin conexiones terrestres suficientes… En verdad, Ilo es el único puerto que donó la madre naturaleza. Solo es necesario ampliarlo, introducirle mejoras convenientes y conectarlo cómodamente con los centros poblados que puede servir: Moquegua, Tacna, Puno y Bolivia. Pero, Ilo no ha tenido padrino con vara… Más allá, en las montañas próximas, aguarda otra riqueza de fábula. Son las extraordinarias minas cupríferas de Toquepala…”.
¿Qué hubiese ocurrido en nuestra región en aquellos años de no haberse instalado en sus linderos el terminal portuario de Southern Peru, así como el patio puerto, la fundición, el ferrocarril, etcétera? La respuesta es simple: sin dichas inversiones, aparte de las pesqueras, Ilo y Moquegua habrían languidecido al igual que muchas otras ciudades del Perú. Para comprender que sin inversión no hay crecimiento, recordemos cuál era el nivel de desarrollo en aquellos años y qué caminos se habrían podido tomar, comparándonos con otros escenarios geográficos parecidos al nuestro, como es el caso de Arica, hoy en el norte chileno.
Dicha ciudad puerto, capital de la Provincia de Arica y de la Región de Arica y Parinacota, tiene en sus cercanías el valle de Azapa, un oasis en el desierto donde se cultivan olivos, al igual que Ilo. Sin embargo, gracias al apoyo estatal —en 1958, bajo el gobierno del presidente Carlos Ibáñez del Campo, se decretó la creación del puerto Libre, el plan de industrialización y la creación de la Junta de Adelanto de Arica, aparte de construir espigones protegidos en su bahía que tenía en aquel entonces cinco muelles de atraque y 270,048 m² de bodegaje y otras dependencias—, en el año 2008 se convirtió en el principal terminal de exportación e importación boliviana. Además, contó desde aquel entonces con un aeropuerto que tiene calidad de internacional, obras que le han permitido tener mayor desarrollo y población que Ilo y Moquegua juntos. En 2007, Arica tenía más de 185,000 habitantes (sin contar los habitantes de los valles de Azapa y Lluta).
¡Cuánta razón tenía Seoane cuando recalcaba que Ilo y Moquegua no han tenido padrino con vara, a pesar de haber contado con un presidente que poco o nada hizo por la región, llegando al colmo de archivar el proyecto del Corredor Ferroviario Bioceánico Central!
Y aquí cabe preguntarnos: ¿por qué, mientras el gobierno chileno potenciaba Arica —que no cuenta con canon ni regalías—, no ocurría lo mismo en Moquegua e Ilo, donde el Estado peruano está usualmente más preocupado en devolver, vía la denominada “depreciación acelerada”, los montos de inversión de las empresas durante cinco años a un promedio anual del 20%? Aparte de permitir destinar recursos de capital que corresponden tanto a Tacna como a Moquegua a la construcción de Tía María. De ello y de la problemática hídrica, además de otros puntos, trataremos la próxima semana.