POR: CÉSAR CARO JIMÉNEZ
La llegada del Año Nuevo es una ocasión que trasciende culturas y fronteras, simbolizando un nuevo comienzo, la esperanza de un futuro mejor y la oportunidad de establecer metas y propósitos. En Perú, esta celebración no solo se vive con alegría, sino que también invita a la reflexión sobre el camino recorrido y las aspiraciones que se tienen para el año que empieza. En particular, la región de Moquegua se enfrenta a desafíos y oportunidades que pueden ser potenciados a través de un liderazgo visionario y un enfoque renovado en el desarrollo sostenible.
El Año Nuevo es un momento propicio para la introspección. A medida que despedimos el año anterior, revisamos nuestras experiencias, aprendizajes y logros. Es un tiempo para agradecer lo vivido y para proyectar nuevas metas. En un contexto más amplio, esta celebración invita a las comunidades a unirse en torno a un propósito común: el bienestar y el desarrollo integral.
Moquegua, es rica en recursos naturales y culturales. Con un clima privilegiado y tierras fértiles, que lamentablemente vienen siendo reemplazadas por el cemento tiene un gran potencial en el sector agropecuario. Sin embargo, la dependencia de cultivos tradicionales y sistemas de producción poco diversificados ha limitado su crecimiento y desarrollo sostenible.
Uno de los cambios más significativos que Moquegua puede implementar es la renovación de su matriz agropecuaria. Esto implica diversificar la producción agrícola, incorporando cultivos alternativos que respondan a la demanda del mercado, así como fomentar prácticas agrícolas sostenibles que respeten el medio ambiente. La implementación de tecnologías innovadoras y técnicas de cultivo modernas puede aumentar la productividad y mejorar la calidad de vida de los agricultores.
Además, la promoción de la agroindustria en la región puede generar valor agregado a los productos locales, creando empleo y fortaleciendo la economía regional. Es fundamental que el gobierno, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado trabajen juntos para ofrecer capacitación y recursos a los agricultores, facilitando así su transición hacia prácticas más sostenibles y rentables.
El cambio no solo depende de las políticas públicas, sino también del liderazgo en todos los niveles. Necesitamos que surjan líderes comprometidos que promuevan una agenda de desarrollo inclusivo y sostenible. Estos líderes deben ser capaces de inspirar y movilizar a la comunidad, fomentando la participación ciudadana en la toma de decisiones y en la implementación de proyectos que beneficien a la región en conjunto y no solo a intereses de grupo.
La educación y la formación de líderes locales son esenciales para empoderar a las futuras generaciones. Las instituciones educativas deben enfocarse en desarrollar habilidades y conocimientos en áreas clave como la gestión agrícola, el emprendimiento y la innovación. De esta manera, se podrá cultivar un liderazgo que esté en sintonía con las necesidades y aspiraciones de la comunidad.
El Año Nuevo en todo el Perú es un momento de esperanza y renovación. Al mirar hacia el futuro, es fundamental que se establezcan metas claras y se trabaje en conjunto para construir una región más próspera y sostenible, por lo que es necesario cambiar la matriz agropecuaria, fomentar el liderazgo y promover el desarrollo sostenible.
Como comunidad, este Año Nuevo es una invitación a soñar en grande y a actuar con determinación, esfuerzo y colaboración, para que Moquegua puede convertirse en un ejemplo de desarrollo sostenible y bienestar para todos sus habitantes.
Este año también vislumbrarse como una oportunidad para recuperar el espíritu rebelde que históricamente ha caracterizado a Moquegua. Sin embargo, en la actualidad, se percibe un inquietante silencio por parte de nuestras autoridades, colegios profesionales, sociedad civil y líderes de opinión, quienes parecen haber sucumbido al autismo ante situaciones críticas que demandan atención y acción.
Hechos singulares como la no culminación del proyecto de Irrigación de las Lomas de Ilo, la preocupante canibalización de la Universidad José Carlos Mariátegui, la elección del rector de la UNAM y los notorios actos de corrupción pública son solo algunas de las razones que nos llevan a cuestionar el rumbo de nuestra región. Estos temas, que deberían generar un debate fervoroso y movilizar a la ciudadanía, han sido recibidos con un silencio ensordecedor.
Es momento de que la sociedad civil despierte y se organice para exigir respuestas y soluciones. La historia de Moquegua está marcada por la lucha y la resistencia; no podemos permitir que el presente se convierta en otro año perdido. La falta de acción y la pasividad solo perpetúan la desconfianza y el estancamiento en el desarrollo de nuestra comunidad.
Es hora de alzar la voz, de reunir esfuerzos y de reivindicar el legado de aquellos que, en tiempos pasados, lucharon por un futuro mejor. La participación activa de todos los sectores es fundamental para que podamos construir una región Moquegua más justa, transparente y próspera. ¡Despertemos el espíritu rebelde que nos define para que al hacer el balance final podamos decir o desear ¡Feliz Año Nuevo!