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¿Acorralado?

Reiteramos, a Cerrón no le interesa el gobierno sino el poder, porque sabe que en el esquema de legalidad no es posible dar una lucha política al interior del gobierno del cual sabe que no puede llegar siquiera a ser portero.

POR: JULIO FAILOC RIVAS    

Nada de lo sucedido en el Congreso con la captura de la mesa directiva de parte de la oposición –dizque para mantener el equilibrio democrático– ni las pechadas de Cerrón para corregir la plana de su gobierno –apenas se desvíe de la izquierda—fueron buenos augurios para el presidente del Bicentenario.  A Castillo no le quedó otra que aprovechar el mensaje presidencial para marcarle la cancha al Congreso y a Cerrón. Al Congreso le puso la asamblea constituyente en su terreno para que sea resuelto dentro del marco constitucional y a Vladimir Cerrón le dejó claro que no es comunista y que no seguiría el ideario de Perú Libre, además de señalar que convocaría a un gabinete de ancha base.

Al parecer esta fue la razón de la arremetida de Cerrón y de la imposición de Guido Bellido al frente de la PCM a cambio de mantener alienada a toda la bancada de Perú Libre respaldando al gobierno de Castillo de los intentos de vacancia de la derecha generando una temprana crisis que tiró abajo la tranquilidad de había dado un día antes el mensaje presidencial.

Es cierto que empezar la gestión de gobierno con una mesa directiva del Congreso opositora no solo es una mala señal, sino muy peligroso para la democracia y la gobernabilidad del país. Lo del equilibrio de poderes es cuento chino, salvo el periodo en la que fue elegido Pedro Pablo Kuczynski, los presidentes de los últimos 20 años -que completaron sus periodos- tenían el control del parlamento que les permitía gobernabilidad.

Con la derecha controlando el parlamento, por más que en el discurso digan que van a colaborar con el gobierno de Castillo y la gobernabilidad del país, lo cierto es que ésta nueva mayoría no le dará tregua a Castillo, más aún con el nuevo gabinete liderado por Bellido. Ningún gobierno ha durado los cinco años con un Congreso adverso, sino revisemos un poco de la historia pasada y la reciente: José de la Riva Agüero, Guillermo Billinghurst, Alberto Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra. ¿Pedro Castillo será la excepción?

A lo señalado hay que sumarle la presión de los aliados que previo al mensaje presidencial prepararon un congreso partidario para comprometer a Castillo en torno “a las banderas irrenunciables de Perú Libre” y sus cuotas de poder en el gobierno, lo que obligó antes de tiempo a zanjar al presidente con las consiguientes tensiones y complicaciones en su política de alianzas con los ‘perulibertarios’, que ahora más que nunca le son necesarios para evitar la inestabilidad del gobierno y una gesta de vacancia presidencial.

En más de una oportunidad afirmamos que la estrategia de Castillo no es la misma que la de Cerrón. En el esquema cerrado del Perú Libertario (algunos le llaman Marxista-Leninista), queda claro que lo que interesa es el poder y trabajan para ello, de allí su interés en las elecciones del 2022. Lo cierto es que tiene toda la intención de usar el gobierno y a Castillo para sus propósitos, pero jamás imaginó que le iba a salir un gallo de tapada como Castillo.  El presidente en su mensaje a la nación ha dejado claro que su gabinete será de ancha base y que gobernará para todos los peruanos.

Reiteramos, a Cerrón no le interesa el gobierno sino el poder, porque sabe que en el esquema de legalidad no es posible dar una lucha política al interior del gobierno del cual sabe que no puede llegar siquiera a ser portero. Los gobiernos locales y regionales, y la acumulación política a través de la movilización social son los objetivos de Cerrón, razón por la cual no tendrá el menor remordimiento de dejar a Castillo a merced de la derecha si pierde base social o abandona las banderas de la Asamblea Constituyente.

Nos queda claro que mientras a Cerrón se enfoca en acumular políticamente para las elecciones regionales y municipales, a la derecha le interesa dar un golpe parlamentario para tomar la presidencia, convocar a nuevas elecciones y asirse del poder los próximos cinco años –de allí la importancia para la derecha de mantener vigente y de los errores de Cerrón para golpear a Castillo, desgastarlo lo más posible, para luego dar la estocada final–.

En eso coincide la derecha e izquierda radicales, solo que en los plazos sus intereses colisionan, porque mientras la derecha lo proyecta para diciembre de este año, Cerrón se prepara para las elecciones del 2022. Castillo sabe que tiene un Cerrón de problemas, a la izquierda y a la derecha, y que haber designado a Guido Bellido, por más que haya sido una imposición de Cerrón, ha sido un error que ha empezado a desgastarlo y que lo pone al vilo de la vacancia.

La estabilidad de su gobierno se ha convertido en un reto para Castillo. Cerrar el frente interno o generar una nueva recomposición para evitar su vacancia debe ser su prioridad. Le quedan menos de un mes para iniciar un proceso de renegociación con todos los partidos que les sea posible a favor de la gobernabilidad.

La agenda del gobierno planteada en el mensaje a la nación tiene que ser ratificada. No abandonar las banderas de cambio es clave para ganar espacio y consenso en la bancada de Perú Libre y también para aislar a Cerrón; por lo que el corto plazo debe de estar enganchado con el largo plazo, de manera que quede claro hacia dónde se dirige y cuáles son sus derroteros en función a los cambios que el Perú necesita.

Si bien Castillo con su mensaje ha dado un gesto de tranquilidad a la mayoría de peruanos que veían en él un peligro y un salto al vacío, todavía debe seguir trabajando para construir un mejor escenario para gobernabilidad. Un error más será el inicio del fracaso de un gobierno que generó mucha esperanza de cambio en una mayoría de peruanos, sobre todo, del interior del país.

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