En lo futuro, tendremos que cambiar nuestros estilo de vida y la forma de vivir hasta hoy no será lo mismo; y es que el terrible COVID 19 ha transformado todo, ha desnudado las carencias y falencias, no solo de las instituciones sino de las personas que creíamos y confiamos a plenitud de sus actos.
Por ello, es que al conmemorar el Día de la Madre, fecha muy especial, nos invita a reflexionar con entusiasmo y sinceridad en estos tiempos de cuarentena obligada en el que los homenajes serán sombrías, parcos y sin poder abrazar al ser que nos dio la vida, que soportó nuestros llantos que le despertaban en cualquier hora de la noche, cuidándonos y protegiéndonos desde que somos muy pequeños con expresiones agradables y arrullos de amor indescifrables que marcaron nuestras vidas.
Y por si fuera poco los consejos acertadas de la madre, sus repercusiones y de acuerdo con lo que dicen los psicólogos, nuestras palabras tienen poder. Sí, poder para hacer el bien o el mal a quienes las dirigimos. Cada una de ellas con grados diferentes, pero finalmente con secuelas. Si bien los efectos no son inmediatos, estos se manifiestan, por lo general, durante la adolescencia y se prolongan en la adultez.
Este domingo, segundo domingo de mayo, es el Día de la Madre. La madre es la mujer que nos arropa desde que somos bebes, la que se desvela cuando estamos enfermos y en la que siempre podremos confiar. La que nunca nos abandonará. La que nos acepta nuestros defectos y nos ama a pesar de ello. La que siempre está con nosotros y a la que muchas veces no sabemos valorar en su real dimensión.
Sin embargo, el aislamiento obligado nos obliga a guardar distancia, obviar las tradicionales fiestas de cumpleaños; pero, un saludo siempre cambia el estado de ánimo de las personas porque moviliza el fuero interno gratificándolo. Así sucede en la familia cuando se levantan el decirse hola o desearle el buenos días, buenas tardes o buenas noches. Hay una energía que se inyecta para realizar las cosas del comienzo del día.
Situación distinta cuando la familia está encontrada o en conflicto, ni se saludan ni se miran y las personas se retiran del domicilio amargadas porque no han solucionado nada de los conflictos dentro de la familia, durando estos problemas días, semanas, meses y en algunos casos años.
Cuán importante es llegar a cualquier lugar, decir: ¡hola, qué tal! y las personas te contestan de la misma forma. No como en otros casos, las personas saludan, ni siquiera le responden el saludo, tienen una expresión de amargura, resentimiento, frustraciones, que se reflejan en sus actitudes.
En algunas ocasiones he encontrado personas con un trato déspota e inexpresivo y he aprovechado en decirles “qué tal, cómo está el humor”, respondiendo más o menos, pero logré romper el hielo que tenía la persona dentro de sí, a los pocos minutos cambió su actitud por ser una persona amable, seguramente se dio cuenta que su comportamiento no era el más adecuado.
Aquí, en nuestra Región es muy frecuente que sucedan estas barreras emocionales que impiden a las personas comunicarse porque conllevan dentro de sí miedo, rechazo, complejos de inferioridad, problemas con la autoridad. En la mayoría de los casos, los padres o con las personas que se han criado han sido muy autoritarias, que no les han permitido expresarse, sujetándose a las órdenes impartidas, trayendo como consecuencia una inadecuada relación con los demás.
Es importante trabajar como norma de urbanidad el saludo desde el hogar, la escuela y cualquier lugar de formación, porque constituye una apertura al diálogo y solución a los temas que han motivado a concurrir ha determinado lugar o persona. Claro ejemplo de una ausencia de saludo, cordialidad y amabilidad sucede en las instituciones públicas, que sin responder el saludo, contestan con mal humor “qué quiere”.
Esta situación genera un malestar en el usuario que con justo derecho le llama la atención por la forma de conducirse. En algunos casos hay un cambio de actitud, en otros casos, la persona se vuelve más mal educada. Por eso “la educación hace libre a las personas” y demuestra tal como es en su interior. Nada cuesta ser amable. No olvidemos todo cuanto nos dijo y mostró con el ejemplo la autora de nuestros días
Sinceramente, nuestros estilos de vida ya no serán lo mismo. Todo cambiará. Por ello al recordar el Día de la Madre, me permito invitarlos a la meditación, a la reflexión; pues, no existe persona más humana y más llena de amor que el de la madre. Por favor, a la madre hay que amarla y cuidarla. Este segundo domingo de mayo, no es un día cualquiera para decirle cuánto la amamos o la necesitamos; y olvidarnos de ella por el resto del año.
El domingo, es un día muy especial para homenajearla, para decirle cuán importante, bella y perfecta es para todos. Las hijas que un día serán madres; y entonces, sólo entonces sabrán con exactitud y sabiduría lo que es realmente ser madre. Hoy y siempre, no malgasten su amor hacia la madre con regaños o malos entendidos entre ustedes y ella.
Por favor, ámenla y recuerden que solo existe una sola madre para cada uno de nosotros y que actúa no muy de acuerdo con nuestras ideas o que tiene sus errores; pues, recuerden que son humanas y yerran como cualquiera de nosotros; pero aun así: es perfecta.
En estos días difíciles, envío un caluroso y respetuoso saludo a las madres de toda condición social del campo y de la ciudad sobre todo a aquellas que están en primera línea luchando contra esta pandemia a pesar de celebrar el Día de la Madre en condiciones adversas.