Una vez escuché la sorprendente frase: “La realidad supera a la ficción”, pero, jamás pensé que la realidad iba a copiar a la imaginación, hasta que leí dos libros, una novela y un caso penal: “La buena terrorista” (1985) de Doris Lessing (escritora inglesa galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2007, fue militante del Partido Comunista), y “Más perpetuas Justicia de vencedores Exp. 346-2013” (2018) de Álex Manuel Puente Cárdenas, Percy Santiago Mendoza Mateo, del Instituto de Asesoría e Investigación Jurídica Ratio Iuris, defensores de Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso.
La trama de la novela está ambientada en Londres de la década del ochenta durante el Gobierno Conservador de Margaret Thatcher (La dama de hierro), trata de un grupo de jóvenes fundadores de la Unión Centro Comunista (UCC), deseosos de hacer la revolución y de colaborar con el grupo político, considerado terrorista, IRA (Ejército Republicano Irlandés). La UCC no consiguió ser aceptados por el IRA.
El Exp. 346-2013, trata del luctuoso atentado terrorista de la Calle Tarata, acaecido el día 16 de julio de 1992, “fecha en promediando las veintiún horas se produjo el atentado terrorista con coche bomba, contra los edificios ‘El Condado’, ‘San Pedro’, ‘Tarata’, ‘San Carlos’ y ‘Residencial Central’, cuadra dos de jirón Tarata” (págs. 152-153), Miraflores, Lima, causaron la muerte de 16 personas y resultaron 155 heridos, perpetrado por el Partido Comunista del Perú (PCP) Sendero Luminoso de Abimael Guzmán (camarada Gonzalo).
La UCC, decidió realizar su acción de armas, hacer estallar una bomba (dentro de un vehículo) en un lugar de la capital inglesa, muy concurrido y lleno de edificios; se presentó un impase: “No había ningún espacio libre para aparcar. El coche, aprisionado por el tráfico, giró lentamente a la derecha,…” (pág. 495) “No habían discutido qué harían en caso de que no hubiera aparcamiento” (495), encontraron un sitio para estacionar el automóvil con explosivo cronometrado “Se les estaba acabando el tiempo. Faltaban cinco minutos. Pero el tiempo se había acabado, pues entonces se produjo la explosión y los cristales del mundo entero parecieron romperse, mientras el coche volaba en pedazos” (497).
Después encendieron la radio “Escucharon las noticias. Cinco personas han resultado muertas y otras veintitrés heridas, algunas de gravedad (503). “Este monstruoso y despiadado crimen constituye una muestra más de la total falta de sensibilidad del IRA, el cual ha reivindicado la responsabilidad del crimen” (504). En las noticias de las ocho, del día siguiente, narraron: “El IRA (en Irlanda) declaraba que no tenían nada que ver con las bombas del día anterior y que les destrozarían las articulaciones de la rodilla a quienes hubieran cometido esos actos en su nombre. Ellos no eran partidarios de asesinar a personas inocentes, declaraba el IRA (en Irlanda) (509 – 510).
Veamos lo que el PCP-SL, respecto al hecho sangriento de Tarata, dice:
“1. NUNCA el CC (Comité Central) tuvo entre sus políticas, planes, directivas o lineamientos políticos y militares el poner como blanco a la población civil, ¡NUNCA!” (pág. 90), sigue “2. En el hecho concreto de Tarata, este hecho fue aislado y fortuito, ni el Dr. Guzmán, ni el CC ni la DC tuvieron conocimiento previo ni hubo la intención de atacar a la población civil” (90), continúa “3. Además, producido el hecho fue calificado como un error político en la ejecución porque va contra la política del frente único de ganarse a la burguesía nacional” (90).
De los senderistas autores materiales (ejecutores) del atentado de Tarata, se lee: “En las declaraciones de Orozco, Mora La Madrid y Braulio Mercado, dicen que fue la dirección del Comité Zonal Centro la que acordó un sabotaje al Banco de Crédito de Miraflores, Av. Larco, y que en el momento de la ejecución fueron sorprendidos por el vigilante por lo que dieron la vuelta hacia la calle Tarata y ahí abandonaron el auto, este se deslizó solo y explotó…Es de relevar que también se esclarece que el blanco u objetivo no era la población civil ni la calle Tarata” (242).
Coincidencia de un hecho y dicho literarios de Inglaterra país europeo de la década del ochenta, con un hecho y dicho reales de Perú país latinoamericano de la década del noventa.