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26 noviembre, 2024 8:36 am

El miedo en época de coronavirus

POR: DR. ENRIQUE AZOCAR PRADO

¿Que si tengo miedo?, sí, tengo miedo, miedo por mí, y por los míos. Pero aquí estoy de pie. Cansado, temeroso, preocupado pero decidido a continuar esta lucha. No me rendiré al pesimismo y a la desesperanza que esta crisis sanitaria provoca.

Las luchas victoriosas de nuestros mayores (de mi madre en especial) me exigen una gran dosis de determinación, fortaleza y confianza. Esta es mi firme decisión.

Un pequeño consejo a mis amigos: Renovemos nuestro esfuerzo para frenar esta pandemia. El mejor homenaje a nuestros mayores es seguir en esta lucha. Será difícil, es cierto, pero debemos reconocer que las luchas de nuestros padres y abuelos fueron mucho más duras. Sigamos sus valiosos ejemplos de vida.

Recomiendo leer este salmo que durante más de 2 mil años, este salmo ayudó a millones de personas a enfrentar graves problemas.

Es un bello poema a la esperanza…

SALMO 23

El Señor es mi pastor, nada me falta;

en verdes pastos me hace descansar.

Junto a tranquilas aguas me conduce;

me infunde nuevas fuerzas.

Me guía por sendas de justicia

por amor a su nombre.

Aun si voy por valles tenebrosos,

no temo peligro alguno

porque tú estás a mi lado;

tu vara de pastor me reconforta.

Dispones ante mí un banquete

en presencia de mis enemigos.

Has ungido con perfume mi cabeza;

has llenado mi copa a rebosar.

La bondad y el amor me seguirán

todos los días de mi vida;

y en la casa de él

habitaré para siempre.

Desde tiempos inmemoriales, cuando una población se enfrentaba a una epidemia (que siempre las hubo) o se luchaba contra un enemigo exterior, algunos insensatos se dedicaban a buscar culpables; mientras los prudentes pedían a la población enfocarse en el problema presente y dejar el juzgamiento para después, para cuando se haya superado la emergencia.

En todo lugar hay insensatos que airadamente buscan culpables, erigiéndose en jueces severos; mientras que el problema de fondo (la pandemia) pasa a segundo plano.

No se aprende la lección que la historia nos ofrece: “Que los esfuerzos actuales se enfoquen en la solución y no en una supuesta rendición de cuentas… Ya habrá tiempo para criticar, juzgar o sancionar”.

En estas graves circunstancias se entiende que la frustración ceda el paso a la agresión (con frecuencia), pero la conciencia moral y la responsabilidad ante la sociedad, nos obliga a la sensatez, a la prudencia.

Hagamos propuestas….seamos solidarios, seamos fuertes.

Análisis & Opinión