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22 noviembre, 2024 9:57 pm

Vestigios de la violencia racista en un jabón

Como señala el profesor Marcel Velásquez: “En el Perú del siglo XIX, se establece una correlación entre bello, blanco y decente para legitimar la jerarquización racial y explotación social de indígenas y negros”.

POR: ALEJANDRO FLORES COHAILA

  1. Lo que hoy nos convoca a revisar las prácticas coloniales que fluyen en aparente sentido contrario de un mundo parcialmente descolonizado es tan preocupante, que exige un análisis propio de su historia.
  2. El detonante es claro y conocido: el jabón, que en realidad fueron dos, que el candidato al congreso Mario Bryce le obsequió su contendiente Julio Arbizu al finalizar un debate. «Quiero dejarte un jaboncito… y éste también», finalizó Bryce mientras le alcanzaba los dos jabones de tocador.
  3. La ideología del jabón está fuertemente asociada al colonialismo, racismo e higienismo. El ingreso de mercancías de occidente a principios del siglo pasado y su consumo arraigaban las políticas de blanqueamiento impulsadas por la elite blanca y las mismas industrias que producían y distribuían estos productos. Los anuncios de Pears Soap, por ejemplo. Se desprende que blanco y no sucio eran sinónimos.
  4. El jabón se convirtió en la materialización de la violencia racista. A su vez, movilizaba las fantasías de modernidad entre sectores sociales segregados. Como señala el profesor Marcel Velásquez: “En el Perú del siglo XIX, se establece una correlación entre bello, blanco y decente para legitimar la jerarquización racial y explotación social de indígenas y negros”.
  5. Al pensarlo un poco más a fondo, hablar de vestigios es una sutileza para decir que estas mismas prácticas han sido normalizadas tanto por la sociedad peruana como por las industrias cuya estrategia de ventas se basa en la inseguridad de no pertenecer a ciertos grupos menores en número, pero mayores en privilegio. En palabras del filósofo Walter Benjamin: “La auto alienación de la humanidad ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia destrucción como un goce estético de primer orden”.

Análisis & Opinión