El presidente Vizcarra: el iluminado

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POR: ÁNGEL ALBERTO ROJAS ROSALES

La situación de incertidumbre política a la que nos ha sometido el Presidente Vizcarra y compañía es deplorable, ya que ante el fracaso estrepitoso de reelección del candidato oficialista para la mesa directiva del Congreso (léase Salaverry), aunada a una nefasta gestión gubernamental incapaz de mostrar tan solo un logro de envergadura a lo largo de 18 meses al mando de la administración estatal, hicieron que el mandatario patee el tablero y arrastre con ello a todo el país a una vorágine de impredecibles consecuencias sociales, políticas y económicas, mediante una propuesta de adelanto de elecciones generales totalmente irreflexiva y a todas luces inconstitucional.

Al parecer el Señor Vizcarra se cree un iluminado incapaz de ser contrariado y que ha sido predestinado, sabe Dios por quién, para reformar a trompicones y a patadas a la clase política de la cual él se siente el único impoluto, para lo cual no duda en violentar de manera irresponsable la Constitución Política del Perú que juró defender, al margen de traicionar a quienes contribuyeron con la sucesión presidencial en su favor, post caída de PPK.

La primera señal de lo iluminado de su pensamiento, fue la reforma de la justicia. El resultado: un rotundo fracaso, ya que luego de más de un año de haberse llevado a cabo la reforma no se ha nombrado ni siquiera a un magistrado.

La segunda muestra o señal del pensamiento iluminado del Señor Vizcarra ha sido la reforma política, la misma que propugnaba entre otras cosas la paridad y alternancia, inscripción y cancelación de partidos políticos, elecciones primarias, eliminación del voto preferencial, además de la designación de un tercero para que este proceda al levantamiento de la inmunidad parlamentaria, con la única finalidad de desaparecer a los partidos tradicionales que en la actualidad le son incómodos, planteando para tal efecto una cuestión de confianza, la misma que conllevaba una amenaza expresa y vedada de cierre del parlamento en caso los parlamentarios osen con no aprobar lo propuesto, no pudiendo mover una sola coma del proyecto, ni mucho menos su esencia, además de observar irrestrictamente el plazo establecido para tal fin, desconociendo por completo que los parlamentarios no están sometidos a mandato imperativo.

Pues en esta oportunidad, afortunadamente, los parlamentarios defendieron en parte sus fueros, aprobando cinco de los seis proyectos propuestos, más no el de la inmunidad parlamentaria, lo que fue el pretexto perfecto para que en medio de un discurso dirigido a la nación el 28 de julio de los corrientes en la sede parlamentaria, el señor Vizcarra desatara sus iras, convocando a elecciones generales adelantadas en razón de que los congresistas se habían atrevido a desobedecer al todo poderoso mandatario, en lo que a la inmunidad parlamentaria se refería.

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