POR: JULIO FAILOC RIVAS
Era un secreto a voz en cuello que los buenos apristas se negaban a creer y que los malos aprista -por una cuestión de sobrevivencia política- se encargaban de ocultar: “AG” había recibido coimas de la caja 2 de Odebrecht. ¿Alguien podría creerles a los Mulders, a los del Castillos, a los Velásquez Quesquén y otras joyitas de la cúpula apristas que no sabían en que andaba “AG”? ¡Por supuesto que no!
¿Entonces, porque debemos creer que Atala no está diciendo la verdad, si ni siquiera sabemos cuándo estos malos apristas mienten? Por lo menos digan la verdad para que alguna vez les crean cuando mienten.
Era poco creíble que todos los presidentes de las tres últimas décadas, Fujimori, Toledo, Humala, Kuczynski habían sido coimeados y “AG” no. Y más aún porque se trataba del presidente más cuestionado y que en su primer mandato se salvó de ir a la cárcel porque los delitos por las que fue acusado prescribieron.
No fue la prensa la que le hizo fama de corrupto, sino los signos exteriores de riqueza de «AG» a la vista de todos, sus propiedades en lugares exclusivos, sus frecuentes viajes alrededor del mundo, su buena vida en Paris y España, los gastos en la educación de sus hijos en los colegios y universidades más caras del mundo. Nada de ello se podía sustentar con un promedio de 15,000 soles mensuales que ganaba, aun cuanto se le agregara un adicional más del triple por las conferencias que decía que daba.
Yo le creo a Atala cuando dice que le dio a “AG” 1.3 millones a puchos (entre 20,000 y 30,000 dólares mensuales), durante ocho años, porque justamente es un monto razonable, difícil de levantar sospechas y a la vez soportar el ritmo de vida que llevaba AG luego de culminar su mandato. Él sabía que era perseguido y que le iba ser difícil justificar en sus cuentas bancarias un monto como el que le depositaron a Atala.
Lo que no creo es que AG solo haya recibido los depósitos consignados por Atala. Todavía falta los montos que le depositaron a Nava, su hombre de confianza y que imagino es el grueso de la coima, el mismo que dudo sea menor al que le dieron a Alejandro Toledo, por la sencilla razón de que los proyectos más importantes que ejecutó Odebrecht se hicieron durante la gestión de AG.
Su trajín y modo de vida de “AG” era tan oneroso y vistoso que hasta las personas de a pie podían percibirlo como una persona poco creíble y corrupta.
En el año 2016 “AG” fue considerado por un 28% como la persona más corrupta del Perú, por encima de Alberto Fujimori, Ollanta Humala, Vladimiro Montesinos y Alejandro Toledo. En el año 2018 “AG” fue desplazado por la señora “K”, como las más corruptas del país”. La lideresa de Fuerza Popular, encabezaba esta lista con 29%. Le siguen el ex presidente Alan García (17%) y el suspendido juez supremo César Hinostroza (11%). Estoy seguro que si hiciéramos una encuesta “AG” aún muerto recuperaría el primer lugar de lejos en la percepción de los ciudadanos.
“AG” no se inmoló, se mató, porque se supo acorralado y no quiso que se supiera nunca la verdad. Solo muerto podía caer «AG». El círculo se cierra y el APRA que nunca muere, ha muerto de muerte natural: de corrupción, como debe ser y como lo quiso Alan Gabriel Ludwig García Pérez.
De mi parte solo me queda frasear con cierto optimismo lo que solía decir Mark Akenside: “Cuando la verdad se digna venir, su hermana libertad no estará lejos”.
Espero que así sea.