Mollendo se caracteriza por su vertiginoso movimiento económico durante el verano, generado por la presencia masiva de turistas y visitantes a las playas y también por la organización y concurrencia a eventos artísticos, culturales, musicales, entre otros, que concitan la atención de propios y extraños. Este efecto da pie a una buena oportunidad para los negocios y servicios, aunque estos últimos, no siempre estén a la altura de quienes los necesitan.
EL OCASO DEL VERANO
Se habla que con el fin de febrero, la última semana para ser más claros, “termina” el verano en Mollendo. Esta paráfrasis no está lejos de la realidad. La visita de turistas y veraneantes disminuye exponencialmente. Algo de ello es lo que se pudo percibir el último fin de semana. Durante viernes y sábado la cantidad de personas se notaba ya reducida, en relación a otros días. No hay que asustarse, esto es natural. Tan natural como que el clima también, ya va dando visos de cambio. Se siente una brisa marina más fresca por las noches.
El fin de las vacaciones y el inicio de las labores escolares alejan, obviamente, a quienes más alimentan Mollendo, los visitantes de Arequipa, principalmente. Familias enteras cierran una vez más el ciclo de verano, aunque el calendario diga lo contrario, ya que se asegura, según estimaciones meteorológicas que éste concluye recién el 20 de marzo. Sin embargo es evidente que el frenesí se va apagando. Y así es todos los años.
Entonces, ya no hay eventos musicales o artísticos que convoquen a los visitantes, por allí tal vez se vean algunos resquicios por donde asome el deseo de hacer permanente el movimiento que se da en el verano.
Adentrándonos en las alternativas no convencionales de música o arte en Mollendo, éstas también se ven limitadas en su organización, los amigos y grupos que mueven el circuito, disminuyen su frecuencia por estas tierras. En suma, el “fin” del verano afecta a todos.
EL ALBOR DEL OTOÑO
Ya nos dimos cuenta de que la situación, si bien no es dramática, porque ya nos acostumbramos a ello todos los años; es complicada. En ese sentido, no vale quejarse, ni ocultarse hasta noviembre. El desafío de quienes desean ver que las propuestas disímiles continúen teniendo vigencia en la ciudad, está en la mesa. Hay que continuar, no flaquear ni caerse.
Es hora de tomar este momento para continuar sembrando las semillas que permitan el crecimiento de una tendencia subcultural, contracultural, subterránea, o como mejor aplique el adjetivo, y que esto no se criogenice por ocho meses. Ya lo dijo Kápsula de 3 Al Hilo la semana pasada en esta columna: “Si los chicos no ven que hay rock, la escena desaparecerá”
Este es el principio del ocaso del verano, una estación intensa en sus actividades, llena de grandes oportunidades para conocer nuevas amistades y fortalecer las viejas. Ahora llega el albor del otoño, una época para los nuevos retos, para continuar generando los espacios que el movimiento requiere y la nueva sangre busca, para seguir gestando una escena que le dé un lugar preponderante a Mollendo en los circuitos alternativos del sur.