POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS
ECONOMISTA DEL CEOP ILO
Un dilema de larga data es resolver como los países de abundantes en recursos naturales aprovechan de ellos para lograr el desarrollo económico sostenible e inclusivo.
La literatura especializada con el viejo Adam Smith señala que los países deben aprovechar las ventajas absolutas, es decir los países deben exportar las materias primas y esa deberá ser su especialización.
Sin embargo, la experiencia de los países del Asia nos señala que esa no es la ruta, si exportar, pero generando ingresos para lograr la industrialización, y por supuesto, paralelamente asegurar el desarrollo de las capacidades creadoras, investigativas, emprendedoras, innovadoras de sus ciudadanos a través de políticas públicas e impulsando la inversión privada competitiva no monopólica.
Bolivia, en este marco está construyendo a su propio modelo con mucho esfuerzo y sui generis pues es complicado ser un país sin salida al mar, tener una historia de gobernantes antidemocráticos, inestables y corrompidos, además de haber tenido la más alta tasa de analfabetismo y pobreza en el mundo.
La opción de exportar sus recursos naturales elevando la captación de ingresos para el Estado para dirigirlas a programas sociales efectivos, generar una intelectualidad y tecnócrata para el sector público y particular en la búsqueda del bienestar general no se logra solo en los marcos nacionales.
Se necesita de incesante y constante lectura del escenario internacional y sus tendencias para actuar con adecuadas estrategias. Para el caso el papel del Estado es ser dirigente y de ninguna manera absolutista e univoco, la lección de lo sucedido con Venezuela fue por optar por ese camino.
El país del altiplano cuenta con cuantiosas reservas de gas natural y estas en su mayor parte se exportan principalmente a la Argentina y Brasil (véase Gráfico de la Demanda de Gas N° 01), la proporción para las plantas de extracción de líquidos, Siderúrgica del Motun, consumo directo termoeléctrica y domestico es comparativamente muy menor.
Los dos países sudamericanos vecinos en el mediano plazo dispondrán de nuevos yacimientos gasíferos (Vaca Muerta) con posibilidades de convertirse en exportador. En el mismo sentido va Brasil cuyos compradores de gas son empresas privadas de contratos de corto plazo y también cuentan con reservas no explotadas. La lógica simple indica entonces que Bolivia debe ir pensando en otros mercados.
Adicionemos que la salida de gas natural al país de los gauchos y garotos ha disminuido y según expertos en el 2019 seguirá disminuyendo (Véase Gráfico N° 02).
La mirada está dirigida ahora a Europa en donde los países más desarrollo son consumidores hasta en un 30% en la generación eléctrica. Alemania y Francia sufren los efectos de la invasión rusa en al país de Ucrania, principal proveedor de gas de ese continente. Son varias las alternativas que se suceden, una de ellas es el mercado macro regional del sur del Perú.
Otra estrategia es cambiar los hábitos de consumo interno elevando de 14.97 a 18.35 millones de metros cúbicos que sumados los 52.30 de exportación la producción diaria de gas aseguraría un total de 70,4 millones de metros cúbicos. El consumo interno es más permanente, beneficioso para para la industria y población.
Momentos cruciales para un país que obtiene en la producción del gas elevados ingresos fiscales, que se inclina a utilizar el insumo gasífero como fuente de desarrollo teniendo una economía mundial difícil que se mueve hacia sustitutos, nuevas reservas y al uso de energías más saludables y limpias.