POR: RODRIGO LLOSA
El crecimiento urbano va hormigueando la visión que tuvo Federico Blume hace 165 años: que Mejía sea una ciudad. Falló en lo de ciudad portuaria, aunque galopantes urbanizaciones amplían la franja nocturna de luces hacia el puerto petrolero de Mollendo y minero de Matarani.
Así tengamos Usted y yo deseos de que se mantenga en un hermoso pueblo semi congelado en el tiempo, el cambio mejiano es inminente. Lo catalizará el megaproyecto minero de nuestra tía, Doña María, pero lo genera el mayor poder adquisitivo y aspiracional del Sur peruano, lo cual me alegra de corazón, de alguna forma todos estamos contribuyendo en el deber de hacer que el Perú sea rico.
DIMENSIONES DEL CRECIMIENTO
Pero la riqueza, apreciado lector, siempre tuvo dos dimensiones: la económica y la cultural. Y a veces cuando uno destina demasiado tiempo en que suceda una, descuida la otra. En el caso del Perú es comprensible, es un proceso, uno que requiere de ejemplos y liderazgos. Por carencia de ellos generamos graves problemas irreversibles.
¿QUE PREVALEZCA QUÉ?
En el norte y centro peruanos básicamente todos los balnearios con historia están extintos. Vienen estudiantes de maestría a ver como así aquí aún tenemos casas de madera y además de lujo. Cómo así nos saludamos despreocupados en la calle y dejamos que los niños correteen a sus anchas entre el pueblo y los parajes. Pienso que eso es lo que debe prevalecer. La pregunta es si es posible lograr un crecimiento sostenido en la familiaridad.
TEMIBLEMENTE CERCA
El anterior mes el muelle turístico de madera del Faro en Matarani fue vaciado de concreto. En Mollendo el aeródromo lo están convirtiendo en extensión de playa sin meditar que tranquilamente puede integrarse a un malecón comercial atrayendo compañías turísticas. Muchos pagaríamos por ver Tambo desde el cielo y al aterrizar meternos al mar.
Los alcaldes de Islay siguen siendo culturalmente básicos, sin visión a futuro. Están en décadas pasadas, creen fervientemente que el desarrollo es proporcional al cemento y que lugares como Camaná son dignos de imitar.
Digo Camaná porque ellos escogieron ser una playa masiva, con cientos de restobares y disco clubs. Si bien el alcohol les trae dinero, es una economía basada en el desorden, la bulla y en la falta de identidad y cultura, igual que muchas playas limeñas que no deberíamos imitar por ningún motivo.
NOCIONES DE DESARROLLO
El Municipio de Mejía no tiene las cosas claras, siguen pensando que Mejía se quedará románticamente en un pueblito controlado por favores. Hablan de turismo ¿qué clase de turismo? ¿El de la cerveza? Porque en el de Lagunas, Lomas y Centro Monumental no han hecho nada. Hablan de deportes sabiendo que Mejía monta bicicleta y en paralelo hacen pistas sin bermas. Hablamos de la Perla, una enmarañada de cables, postes y sin desagües. Invertimos en canales de agricultura a la vez que microlotizan la campiña.
Si queremos preservar el espíritu de Mejía y salvarla de convertirse en otro mal ejemplo nacional, debemos ponernos fuertes con parámetros urbanos inteligentes. Por ejemplo, cercos vivos como los que está colocando Southern Perú. Algo bien hicieron por fin. Y empezar con acciones previsoras a tiempo antes de que llegue la avalancha urbana, pues integrarlos sin que rompan la tranquilidad será un desafío.
VERDADERA ÉLITE
Buenísimo que Mejía tenga un patronato, malísimo que sea pasivo. Un té de tías tiene más acción. Que no se entusiasmen mucho mis tías, porque en otras localidades del Mundo las timberas también se reúnen para solucionar temas de la comunidad. No solo para chismear. Ya pues señores, si queremos conservar Mejía, de ustedes también depende. ¿Les da miedo, vergüenza o flojera trabajar por el bien común?
A las grandes marcas arequipeñas: ¿están esperando que las paltas se caigan del árbol para invertir en Islay? Hay problemas, pero mayores son los beneficios de involucrarse. Aquí hay un polo de desarrollo. Es necesario que personas acostumbradas al orden participen en encausarlo. En el proceso todos iremos ganando.
DEL JUEGO SE TRATA
Vivir es un juego y suelo darme el gusto de elegir dónde. Hoy mi anfiteatro es Mejía. Aquí despierto viendo el mar mientras pienso: qué suerte tengo, ojalá que cuando regrese de jugar por el Mundo este paraíso siga allí.
Sé que lo abstracto de investigar y escribir no se ve como un trabajo, pero en esta trinchera cultural vamos contribuyendo en hacer que esa Mejía que queremos no solo prevalezca, sino que irradie su esencia e ilumine al Perú que lo necesita. De mí también depende.


