POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS (ECONOMISTA DEL CEOP ILO)
El litio se ha convertido en el mineral estratégico del siglo XXI, clave para la transición energética y la electromovilidad. En Sudamérica, el “triángulo del litio” —Chile, Argentina y Bolivia— concentra las mayores reservas del mundo. Sin embargo, los caminos elegidos por cada país muestran diferencias notables.
CHILE: ACUERDOS CON CHINA EN MEDIO DE ELECCIONES
Chile ha demostrado que la política de Estado puede imponerse incluso en contextos electorales. La aprobación del acuerdo entre Codelco y SQM, validado por el regulador chino, asegura producción por tres décadas y proyecta hasta 300,000 toneladas de carbonato de litio. La alianza garantiza suministro a clientes chinos bajo condiciones de transparencia y no discriminación. El mensaje es claro: Chile no detiene su estrategia energética, incluso en medio de procesos políticos internos.
ARGENTINA: DINAMISMO PRIVADO Y CRECIMIENTO ACELERADO
Argentina ha optado por un modelo abierto a la inversión extranjera. En 2023 su producción de litio creció más de 45 %, con múltiples proyectos en Catamarca, Jujuy y Salta. Empresas chinas, japonesas y estadounidenses participan activamente, consolidando al país como el más dinámico en nuevos desarrollos. La ventaja es la rapidez; el riesgo, el menor control estatal sobre beneficios fiscales y ambientales.
BOLIVIA: RESERVAS INMENSAS, PRODUCCIÓN MÍNIMA
Bolivia posee las mayores reservas de litio del mundo, pero su crisis y el cambio de modelo de Estado a uno privado ha limitado la competitividad. El control de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) asegura soberanía, pero la producción efectiva es mínima. Los altos contenidos de magnesio en el Salar de Uyuni encarecen la extracción, y los acuerdos con empresas chinas y rusas avanzan lentamente.
PERÚ: DEMORA Y OPORTUNIDAD
En Macusani (Puno) se han identificado reservas de litio en roca volcánica, estimadas en más de 4 millones de toneladas. Sin embargo, la producción sería más cara que en Chile o Argentina, con costos similares a Australia. En un mundo donde el precio del litio está bajando, esta es una desventaja inicial.
Pero la demanda existe, principalmente de China, y ahí surge la oportunidad: apostar por valor agregado.
Perú podría diferenciarse de sus vecinos impulsando la fabricación de baterías o al menos la producción de cátodos, en lugar de exportar solo carbonato de litio. La política de decisión es urgente: no podemos repetir la lentitud porque se nos puede ir la oportunidad.
ESCENARIO POSITIVO: PUERTOS DEL SUR COMO SALIDA ESTRATÉGICA
La ubicación geográfica ofrece una ventaja logística. Los puertos de Ilo (Moquegua) y Matarani (Arequipa) son las puertas naturales de exportación hacia Asia. Con inversión en infraestructura, podrían convertirse en corredores energéticos mineros, ya sea con exportación directa o vía cabotaje hacia puertos mayores. Esta salida consolidaría al sur peruano como eje estratégico en la cadena global del litio.
CUESTIÓN DE OPORTUNIDADES
Chile avanza con acuerdos internacionales, Argentina crece con inversión privada, Bolivia se demora en su modelo estatista y Perú aún no define su camino. La dificultad común es la falta de valor agregado: todos exportan litio como insumo, sin industrialización.
Para Perú, la oportunidad está en diferenciarse con baterías y cátodos, y en aprovechar sus puertos del sur como plataforma hacia China. La decisión política es impostergable: el litio no espera, y el futuro energético tampoco.


