martes, 18 de noviembre de 2025
  • UDI Unidad de Investigación 969 164 351
  • Central de Noticias 956 424 000
  • Publicidad Edición Impresa 974 466 951

Club Deportivo Moquegua: ascenso y deuda pendiente

El ascenso es un mérito. Lo que hagamos con él será el verdadero examen.

ARCHIVO

- Advertisement -

POR: GUSTAVO PINO

El ascenso del Club Deportivo Moquegua (CDM) cae en pleno aniversario de la región. Es una coincidencia oportuna, pero también incómoda; celebra un logro que contrasta con la vieja incapacidad de Moquegua para sostener proyectos deportivos serios. El triunfo existe, sí. La estructura, no.

Este domingo 16 volví a un estadio después de años. No lo hacía desde 2017, cuando trabajé como jefe de prensa del FBC Melgar, en plena salida de Juan Reynoso y la llegada del mexicano Enrique Meza como nuevo técnico. Meza, un tipo sin poses ni soberbia, me enseñó algo que en nuestra región todavía no entendemos. Un club existe si tiene un proyecto; si no, apenas sobrevive. Y en Moquegua hemos vivido demasiado tiempo en ese limbo.

Hablemos claro. El ascenso no borra la deuda histórica con el deporte local. Durante décadas, nuestras canteras han sido tratadas como un estorbo, una obligación que se cumple a medias y sin convicción. No hay una política deportiva real, apenas parches que se activan cuando aparece un triunfo aislado. Luego todo se apaga. Y mientras tanto, los jóvenes moqueguanos siguen creciendo sin espacios, sin oportunidades, sin un sistema que los proteja de caminos fáciles y equivocaciones previsibles. Eso también es responsabilidad pública.

Ya tuvimos dos ocasiones de llegar a la Liga 1. Dos. Ambas se malograron por lo mismo: intereses particulares, egos, improvisación. Cada intento terminó igual. Entusiasmo que se convierte en frustración, y proyectos que se derrumban por falta de visión. Si no somos capaces de reconocer ese patrón, volverá a repetirse. El ascenso del CDM no inmuniza contra el fracaso de mañana.

Moquegua necesita asumir de una vez que el deporte no es un adorno para las efemérides. Es cultura, es identidad y es movilidad social. Es una forma concreta de darle a los jóvenes un horizonte distinto. Pero para eso se requiere algo que todavía no existe. Una política deportiva regional que conecte formación, infraestructura, clubes y comunidad. No discursos, sino decisiones.

El ascenso de Deportivo Moquegua debe ser un punto de quiebre. Si lo tratamos como una fiesta pasajera, lo perderemos. Si lo entendemos como una advertencia —como una oportunidad que no admite otro fracaso por mezquindades internas— podremos construir algo más sólido que un solo campeonato.

Lo que viene será decisivo. O cuidamos este proyecto como región, o repetimos la historia de siempre; esa historia efímera de celebrar un rato, retroceder después. El ascenso es un mérito. Lo que hagamos con él será el verdadero examen.

LO ÚLTIMO