Por: Arnulfo Benavente Díaz
Leer a los filósofos griegos no es un lujo del pasado ni un pasatiempo para eruditos: es una puerta para comprender la estructura misma de nuestro pensamiento. La cultura occidental —su política, ética, arte, ciencia y forma cotidiana de razonar— tiene raíces en las preguntas que plantearon los griegos hace más de dos mil años. Ellos no buscaban acumular datos, sino pensar la vida desde su fundamento.
Los griegos se atrevieron a preguntar: ¿Qué es la verdad? ¿Cómo debemos vivir? ¿Qué es la justicia, la política, el amor o la religión? ¿Existe un sentido para la existencia? Estas preguntas siguen abiertas hoy. Al leer a Sócrates, Platón, Aristóteles, Demócrito, Heráclito y Tales de Mileto, uno comprende que los debates contemporáneos —educación, democracia, igualdad, libertad, belleza— ya habían sido formulados allí en su esencia. No se trata de hallar respuestas definitivas, sino de aprender a pensar con rigor y profundidad.
Sócrates enseñaba preguntando. Para él, pensar era dialogar. Su método sigue siendo una herramienta poderosa: escuchar, cuestionar y revisar nuestras creencias. En tiempos saturados de opiniones rápidas y certezas fáciles, la filosofía griega nos recuerda que pensar es detenerse y no conformarse con lo evidente.
Leerlos fortalece la capacidad de discernimiento, nos hace menos manipulables y más conscientes de nuestras decisiones. La idea de democracia nació en Atenas. Las reflexiones de Platón y Aristóteles sobre gobierno, ciudadanía y bien común son claves para entender los conflictos actuales: corrupción, desigualdad, autoridad y responsabilidad.
Aristóteles decía que la finalidad de la educación es formar el carácter. Leer filosofía griega ayuda a construir una ética personal basada en la prudencia, la moderación, la justicia y la fortaleza interior.
La filosofía política permite comprender los hechos nacionales e internacionales, y observar el grado de despotismo o apertura de los gobiernos de turno.
Leer a los filósofos griegos es volver a la raíz de lo humano: aprender a preguntar, reflexionar y gobernarnos a nosotros mismos. Su pensamiento sigue vivo; la pregunta es si nosotros aún estamos dispuestos a escucharlos.
Sin ellos no se entendería a Kant, Descartes, Feuerbach, Spinoza, Locke, Montesquieu, Rousseau, Marx o Sartre. Pensar el mundo actual exige mirar a los griegos, pues nos ofrecen el verdadero panorama de reflexión y análisis.

