POR JORGE ACOSTA ZEVALLOS
El Terminal Internacional del Sur S.A. (TISUR) logró recientemente ampliar la concesión del Terminal Portuario de Matarani mediante la aprobación de la Adenda N.º 5 por parte del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC). Esta medida allana el camino para una profunda modernización del puerto, al extender el plazo de concesión por 30 años adicionales, hasta 2059. A cambio, TISUR se compromete a invertir US$ 700 millones en infraestructura, que se suman a los US$ 20 millones ya comprometidos.
El objetivo es claro: convertir a Matarani en el eje logístico del sur del Perú. La adenda, negociada desde 2023, proyecta la generación de 1,800 empleos directos y prevé que el 65 % de las inversiones se ejecuten en los próximos cuatro años. Las obras incluyen ampliación de muelles y almacenes, modernización de equipos, mejoras en accesos viales y ferroviarios, y digitalización del sistema portuario con trazabilidad integrada. El Estado, por su parte, no compromete recursos públicos, pero sí supervisa el cumplimiento de los compromisos asumidos.
Con este impulso, Matarani avanza hacia convertirse en un puerto hub (centro logístico principal). Este concepto, muchas veces sobreutilizado, se refiere a un puerto estratégico que maneja grandes volúmenes de carga internacional, opera como centro de transbordo, cuenta con infraestructura avanzada y optimiza tiempos de atención, irradiando su influencia a regiones colindantes.
¿Puede Matarani lograrlo? Las cifras respaldan su potencial. En 2014 movilizó 3,4 millones de toneladas métricas (TM) y en 2024 se estima que alcanzó 8,2 millones TM, lo que representa un crecimiento del 42 %. Aunque no hay cifras oficiales, estimaciones basadas en inteligencia artificial sugieren que las exportaciones en 2024 habrían alcanzado 5,5 millones TM —un récord histórico— frente a 1,4 millones TM de importaciones. Así, las exportaciones representarían el 70 % de la carga total, dominadas por minerales como cobre (40 %), zinc, plata, oro, molibdeno y plomo, provenientes principalmente de Las Bambas y Cerro Verde. También destacan agroexportaciones como aceitunas, orégano, quinua y uvas, además de harinas y productos pesqueros. Las importaciones incluyen maquinaria pesada, vehículos, repuestos, químicos, insumos industriales y bienes de consumo.
Sin embargo, el camino hacia el hub no está libre de obstáculos. En lo interno, el puerto enfrenta limitaciones geográficas: está rodeado de cerros rocosos y sus accesos viales y ferroviarios aún son subóptimos. En lo externo, deberá diversificar su carga —más allá de minerales y maquinaria— y superar incertidumbres como el arranque de proyectos clave (Tía María, Majes Siguas II), la competencia del Puerto de Chancay y la débil conectividad comercial con Brasil y Bolivia. Además, el Puerto de Ilo podría disputar parte de la carga que hoy se considera asegurada.
Matarani tiene el potencial, pero su consolidación como hub dependerá de una ejecución rigurosa, visión regional y articulación con el ecosistema logístico de la macro sur.


