POR: JULIO FARFÁN VALVERDE
Hoy no narraré algún hecho de corrupción de funcionarios, sino una inmensa alegría y regalo divino por el día 01 de octubre de 2025, para mí como un día de bendición, porque durante cuatro días de angustiosa búsqueda, la incertidumbre me acompañó sin descanso al no encontrar a una de mis inseparables compañeras, esta vez mi perrita “Negra” que ya tiene 12 años conmigo. Hoy, gracias a la unión de voluntades y al inmenso corazón de personas e instituciones, esta historia tiene un final feliz.
“Negra”, a quien recogí abandonada siendo apenas una cachorra y que he cuidado con amor durante más de una década, se extravió o quizás alguien se la llevó el pasado sábado en horas de la noche. La desesperación de su ausencia se sumaba a que se encontraba en plena recuperación de una enfermedad. Sin embargo, la fe y la solidaridad abrieron el camino hacia el reencuentro.

La organización animalista Anima Vida Ilo, a través de su página de Facebook, difundió la alerta con la fotografía de una perrita que se encontraba deambulando en la zona de Fondepes, por la carretera a Cata Catas. Vestía una ropita ploma, detalle que permitió reconocerla de inmediato. Gracias a la comunicación con Patty Chavera, representante de dicha asociación, me enteré de que “Negra” quizás habría recibido refugio temporal en la garita de control de la empresa PROMASA y así fue.
Lo que parecía un simple hallazgo se transformó en una muestra ejemplar de humanidad: durante dos días, el personal obrero y administrativo de PROMASA le dio cobijo, agua y alimento a mi perrita, cuidándola con esmero hasta que pudiera encontrar a su familia y regresar a casa. Al reencontrarme con ella se derretía de felicidad, dándose revolcones y vueltas por la tierra. Realmente me encontré con una grata sorpresa: no solo la habían protegido, sino que estaba bien alimentada y tranquila al percibir el cariño de personas desconocidas. Eso habla de un inmenso corazón y de un lado humano que merece todo mi reconocimiento.
Este hecho, más allá del alivio personal, se convierte en un testimonio del poder de la solidaridad. Quiero agradecer a Dios, a mi santito San Judas Tadeo, a Anima Vida Ilo y a la empresa PROMASA, porque demostraron que cuando existe sensibilidad hacia los animalitos indefensos, se construye una sociedad más humana.
Desde hace 18 años, asumí ante nuestro Creador la misión y promesa de ayudar a los animalitos desprotegidos y abandonados. Actualmente tengo bajo mi atención y cuidado general a 16 perritos en la Pampa Inalámbrica, esto cerca a la empresa de venta de melamina ARCO SAC, 8 perritos a los que les doy cobijo, cuidado de salud y alimentación, además de otros 8 a los que también alimento diariamente. Todos ellos forman parte de este compromiso de vida, y “Negra” es una de las más queridas, pues viene superando con fortaleza una enfermedad.
La historia de su reencuentro recuerda que existen asociaciones y personas que dedican su tiempo y esfuerzo para rescatar a los animales abandonados y ayudar a que los extraviados puedan reencontrarse con sus familias, venciendo la dificultad de no tener voz ni señas para pedir auxilio.
Con este gesto solidario, se reafirma que la unión de la comunidad, la empatía y el amor a los animales son valores que deben inspirarnos a todos. Hoy, “Negra” ya está de regreso en casa, y con ella la certeza de que la esperanza nunca se pierde cuando existe humanidad.