martes, 23 de septiembre de 2025
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El dios del filósofo Spinoza

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POR: ARNULFO BENAVENTE DÍAZ

Baruch Spinoza, filósofo del siglo XVII, desafió la visión tradicional de Dios como una deidad personal y nos ofreció una idea revolucionaria: Dios es la Naturaleza misma. En su obra La Ética, expuso que solo existe una sustancia infinita, eterna e indivisible: Dios. A diferencia de Descartes, que distinguía entre mente y materia, Spinoza sostuvo que una sustancia debe existir por sí misma y no depender de otra. Si hubiera varias, se limitarían, por lo que solo puede haber una: la totalidad de la existencia.

Esta sustancia infinita se manifiesta a través de infinitos atributos, aunque los humanos solo percibimos dos: el pensamiento, que abarca la mente y la conciencia, y la extensión, que corresponde a la materia y al espacio. Estos atributos no son fragmentos, sino expresiones de la esencia divina.

Su célebre frase Deus sive Natura (Dios o la Naturaleza) no significa que Dios sea únicamente el mundo físico, sino la fuerza y el orden que sostienen todo lo que existe. Así, Dios no interviene desde fuera, no tiene voluntad ni emociones humanas, no escucha plegarias ni concede milagros; es la causa necesaria de todo lo que ocurre, expresado en leyes naturales inmutables.

En el terreno ético, esta visión implica que el libre albedrío, entendido como libertad absoluta, no existe. Todo sucede por necesidad divina. Sin embargo, Spinoza no propone resignación, sino comprender racionalmente esa necesidad. La verdadera libertad consiste en conocer las causas que nos afectan y entender la naturaleza de Dios/Naturaleza. Cuanto más comprendemos, más libres y virtuosos nos volvemos.

El fin último de la vida, según Spinoza, es alcanzar el “amor intelectual de Dios”, una alegría nacida de reconocer que somos parte de lo infinito y eterno. Este amor no es sentimental, sino racional, y otorga felicidad y paz interior al liberarnos de pasiones y creencias sin fundamento.

Su pensamiento, considerado herético, le costó la expulsión de su comunidad, pero influyó en Leibniz, Goethe, Hegel y Nietzsche, y aún es clave para el panteísmo y el naturalismo. Incluso Albert Einstein declaró: “Solo creo en el Dios de Spinoza”, es decir, en una divinidad que no tiene rostro ni nombre, sino que es la totalidad de la existencia.

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