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lunes, septiembre 15, 2025

Emilio Román Abusada todo un señor

Don Emilio ejerció la alcaldía a carta cabal durante las 24 horas. Es conocido que se levantaba en horas de muy noche o madrugada para resolver los problemas suscitados. Fue vecino y autoridad ejemplar.

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POR: EDGARD NORBERTO “BETO” LAJO PAREDES     

Entristecido por el deceso de don Emilio Román Abusada, es que escribo estas líneas en homenaje a tan insigne vecino de Cocachacra. Tuve la buena suerte de conocerlo, también a su digna cónyuge, doña Nelly Rodríguez, a sus hijos Miguel y Rosa María Román, allá por los años ochenta; gocé del privilegio de haber sido invitado a su hogar, donde se tenía tertulias sobre temas diversos.

En su tienda Casa Román lo visitaba. Le gustaba jugar ajedrez, cuyo tablero y piezas las tenía listas en el mostrador. El tablero era el más grande; las piezas —el rey, la reina, las torres, los caballos, los alfiles y peones— eran también las más grandes. Al que entraba, ya sea a comprar o saludar, al ver el ajedrez ya armado, lo animaba a jugar una partida. Varias veces fui su contendor.

No obstante, con el retorno de la democracia y del entusiasmo ciudadano por los partidos políticos en los años ochenta, posteriormente denominados “tradicionales” (década del noventa), nunca le escuché proferir una crítica a los gobernantes de turno. Manifestó tener simpatía por el Dr. Luis Bedoya Reyes, fundador y líder del Partido Popular Cristiano. En su casa practicaban la más amplia democracia: doña Nelly simpatizaba con el APRA; Miguel se identificaba con Acción Popular; Rosa María acompañaba a don Emilio en sus inclinaciones políticas. Luego, es comprensible, se alinearon a los proyectos políticos de Miguel, cuatro veces alcalde de la Municipalidad Provincial de Islay (1999 hasta 2014) y congresista de la República (2016-2021), viéndose interrumpido el período parlamentario por la disolución del Congreso, mediante Decreto Supremo n.° 165-2019-PCM, publicado el 30 de setiembre de 2019 en edición extraordinaria en el Diario Oficial El Peruano.

Lo admirable en nuestro recordado homenajeado es su genuina vocación de servicio para con su pueblo. Asumió verdaderos retos, realizó gestiones sin ser autoridad y sin pretender serlo, todavía, con su propio peculio.

Primer reto: ampliación del servicio de energía eléctrica, por cuanto en Cocachacra había luz solo algunas pocas horas en la noche. Consiguió que se amplíe a más tiempo. En la actualidad ya hay luz en forma permanente y todo el día.

Segundo reto: una antena parabólica para que llegara la señal de televisión al corazón del valle de Tambo, de un canal en boga en ese tiempo. Lo consiguió, para beneplácito de la población. Hoy disfrutan de varios canales de TV, incluso de cable.

No obstante, el éxito de tales gestiones jamás lo llevó a pensar en ingresar a la política, menos en postular a un cargo público municipal. Fue mucho después que se animó, mejor dicho, lo animaron a hacer política por aspectos estrictamente familiares y no por motivaciones personales. Ello se evidencia al haber acompañado a Miguel, quien candidateó a la alcaldía de Cocachacra en las elecciones municipales de 1995, siendo elegido, junto con él, don Emilio como primer regidor, por ende, teniente alcalde, para el período 1996–1998, en las filas del partido del Arq. Fernando Belaúnde Terry.

En los siguientes comicios ediles (1997), Miguel se lanzó a la alcaldía provincial de Islay y don Emilio a la alcaldía distrital de Cocachacra; ambos fueron elegidos para el período 1999–2002. Cocachacra tuvo una visible transformación urbana y de ejecución de importantes obras, con los gobiernos locales de Miguel y don Emilio.

Don Emilio ejerció la alcaldía a carta cabal durante las 24 horas. Es conocido que se levantaba en horas de muy noche o madrugada para resolver los problemas suscitados. Fue vecino y autoridad ejemplar. Ha partido con la satisfacción de la misión cumplida.

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