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viernes, septiembre 5, 2025

Colegio La Libertad: Montalvo – carrera de autos – Parte I

En los años cincuenta, Moquegua vivió una fiebre automovilística que alcanzó a jóvenes estudiantes y aficionados, marcando recuerdos imborrables en la memoria de toda una generación.

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POR: EDUARDO VEGAZO MIOVICH (PROMOCIÓN 1957)

Bien, allá por los años 1955 a ’56, cuando, quien trae al recuerdo este acontecer, cursaba, creo que el tercero o cuarto año de secundaria en mi amado Colegio Nacional de la Libertad de Moquegua, surgió la afición por el automovilismo, el mismo que causó gran expectativa en cada uno de los amantes al timón, y todo eso, debido a que en nuestro país fue acrecentándose, cada vez más, el interés por ese deporte. A tal punto que, en Moquegua, surgieron dos jovencitos aun – César «Coco» Cossío» y el «Loco» Alfonso Gambetta-, quienes lo tomaron muy en serio y, siendo miembros de familias pudientes de Moquegua, poseían automóvil y camioneta «Ford», respectivamente.

Con cierta frecuencia, uno cada vez, acudían a entrenar con sus carros a la cancha de fútbol de «Vegetales», de terreno íntegramente de tierra suelta, en donde «pirueteaban», a gran velocidad, las curvas y frenadas, emulando a los pilotos de moda que las emisoras radiales, revistas deportivas y periódicos publicaban con afán. Sin embargo, estos dos recordados y queridos amigos, nunca intervinieron en competiciones oficiales, pero sí quedaban hondas zanjas de sus llantas en el terreno destinado sólo para jugar fútbol, con el consiguiente fastidio de los futbolistas, quienes, lampa en mano, tenían que rehabilitarla, y, de igual manera a los vecinos del lugar por los «conciertos» de los tubos de escape sin silenciador, hasta que, poco a poco, se les fue pasando «la fiebre».

Por aquellos años, en que los deportes se «hacían a pulso», es decir, eran competencias en las que el goce era ser partícipe de ellas, había que jugar, que competir, aunque sea en medio de la calle, con pelota hecha de cualquier cosa o sin ella, con moretones o sangrantes canillas, sin botiquines, sin cronómetros, ni televisores, ni zapatitos de colores, tal como nos tocó experimentar con nuestros contemporáneos. Lo importante era intervenir.

No estoy en contra de lo actual, al contrario, ahora que tenemos «ya algunos años», podemos hacer deporte «visual», «puro ojo», sin lesiones, sin agitarse y con carta libre para criticar lo visto en la pantalla, en medio de la virtual hinchada de nuestra sala. Es decir, nos convertimos en deportistas anónimos, limitados por las cuatro paredes de la sala -y por mayor cantidad de décadas- y sin posibilidades de que algún Club se interese en jalarnos a sus filas.

Revisando y «ratoneando» nuestras revistas deportivas y periódicos de colección, encontramos que, entre los meses de octubre y noviembre de 1948, se llevó a cabo la gran «Carrera de Automovilística de Buenos Aires a Caracas», en la que compitieron los mejores pilotos de ese entonces, como Juan Manuel Fangio (a posteriori Campeón Mundial), los hermanos Osear y Juan Gálvez, Domingo Marimón y otros pilotos argentinos, así como Arnaldo Alvarado, Henry Bradley (padre), Peter Kube, «El Zorro» Yangali y demás pilotos peruanos, chilenos y de otros países sudamericanos. Al final, Domingo Marimón, ganó la carrera. Fueron esas circunstancias que motivaron gran entusiasmo por el automovilismo y creando una nueva afición en el público, que contagió a todos.

A través de los años y con el surgimiento de nuevos automovilistas peruanos, fueron sucediéndose continuadas competencias automovilísticas, siendo las más sobresalientes la de «Caminos del Inca» y otras efectuadas en las cercanías de Lima. Pero otra que sobresalió, fue la denominada «Gran Premio Nacional de Carreteras», organizada por el Automóvil Club del Perú (ACP), corrida entre Tumbes – Tacna.

Muchos habitantes de Moquegua, llo y de los pueblos vecinos, hacían sus planes para acudir al lugar llamado «Montalvo» (a 5 km. de Moquegua), ubicado en la carretera Panamericana, para ver, desde un cómodo y gratuito «palco», sentados en la falda de un cerro cercano, el paso de los «bólidos» de la referida competencia, en donde los speakers (locutores) de las radio-emisoras, premunidos de mil cables, gigantescos audífonos, micrófonos, baterías y pesado equipamiento, anunciaban su presencia por esos lugares.

Y ese entusiasmo, llegó también a los jóvenes estudiantes del Colegio Nacional de La Libertad de Moquegua, quienes, encandilados por presenciar esa carrera que, un día ordinario de semana, pasaría por el cercano lugar llamado Montalvo, a unos cinco kilómetros de la ciudad de Moquegua.

Para tal efecto, un grupo de alumnos, se presentó ante el señor director del Colegio, Sr. José María Zuzunaga, para solicitar permiso por algunas horas del día de la carrera, a fin de presenciar el paso de los coches, correspondiente a la etapa Arequipa – Tacna. No obstante, el señor director denegó tal petición, argumentando que esa carrera no es deporte, sino una competición entre gente adinerada que satisface sus deleites gracias a su riqueza.

Continúa mañana.

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