POR: CARLOS EDUARDO CARPIO MONTOYA (c.carpiom@hotmail.com)
Guardo un lazo especial con el sector pesquero, pues en los difíciles tiempos posteriores a la guerra con Chile, el abuelo de mi madre, Faustino Montoya Guillén, encontró en la pesca una forma de subsistencia. Se dedicó a esta actividad hasta 1940, año en que se vio obligado a dejarla tras sufrir un grave accidente que le costó un brazo. Además, su última embarcación, la “Santa Irma”, quedó destruida al estrellarse contra las rocas en el lado norte del puerto de Mollendo.
Hasta ese momento, la actividad pesquera en el Perú era principalmente artesanal y orientada al consumo humano directo. Sin embargo, en 1936 se fundó la primera empresa dedicada a la exportación de pescado congelado: la “Compañía Nacional de Pesca”, propiedad del destacado empresario arequipeño Pedro P. Díaz.
En 1941, con la entrada de los EE. UU. en la Segunda Guerra Mundial, la “Compañía Nacional de Pesca” también empieza a exportar pescado en salmuera (barriles y conservas) e hígado de pescado (bonito y tiburón), dinamizando las exportaciones rumbo al mercado norteamericano.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, la demanda de alimentos nutritivos se incrementó y el Perú exportó las primeras conservas de pescado a los EE. UU. y Europa. Este último continente, devastado por la guerra y en plena reconstrucción, recibió nuestras conservas de marca “La Sirena” de la empresa “Sociedad Unión Pesca y Envases S.A.”. Asimismo, en Mollendo, en la caleta “Agualima”, el español Alberto Lago Galicia conforma la empresa “Pesquera Mollendo” para exportar conservas de pescado en aceite a los EE. UU. Interesante observar que en los años 50 los EE. UU. nos obligaron a etiquetar nuestras conservas bajo el nombre de “Bonita Fish”, para evitar confusión con el atún.
El despegue de la industria pesquera fue impulsado por la producción de harina de pescado, que empezó de forma artesanal en Chimbote, cuando las plantas conserveras entregaban el residuo del pez bonito a pequeños empresarios, que procedían al secado de estos residuos bajo el sol, para luego proceder con la molienda y finalmente ser vendido como alimento para porcinos. Posteriormente, llegó a Chimbote el visionario empresario Luis Banchero Rossi, quien en 1958 funda su primera fábrica de harina de pescado a base del recurso anchoveta, “Pesquera del Pacífico Sur S.A.”.
Los años dorados de la pesquería empiezan en los años 60, cuando la extracción de anchoveta llega a 6.4 millones de toneladas en 1962, posicionando al Perú como el tercer país entre las naciones pesqueras del mundo, con una producción de harina de pescado de 1’120,796 toneladas. En aquellos años, el ratio de conversión era 5.5 toneladas de pescado por tonelada de harina a través del método de cocinado directo.
En 1968 se produce el golpe militar del general Velasco y se funda el Ministerio de Pesquería, a cargo del general Javier Tantaleán Vanini. En 1973 el gobierno expropia las empresas pesqueras privadas y crea “Pesca Perú”. Dato anecdótico: los trabajadores de la planta de “Pesca Perú” de Mollendo conformaron un equipo de fútbol llamado “Pesca Perú” en 1974, participando en cuatro finales de la Copa Perú y estuvieron a un paso de ingresar al fútbol profesional.
Posteriormente, en 1991 empieza la privatización de “Pesca Perú”, siendo una de las últimas plantas en venderse “Pesca Perú Ilo Centro” en 1997.
En 1998 gerenciaba una entidad financiera con oficinas en Tacna, Moquegua e Ilo, iniciando los primeros financiamientos contra warrants de harina de pescado, pudiendo aprender sobre el proceso de privatización, la importancia de tener a punto las bolicheras para no perder ni un día de campaña de pesca y la capacitación de las tripulaciones; asimismo, el proceso de producción de la harina y aceite de pescado, y la importancia de procesar el recurso fresco para evitar elevados niveles de histamina. Aún recuerdo mi bautizo frente a una ruma de harina de pescado en la caleta “Cata Cata”, cuando tuve que probar una cucharilla de harina de pescado y detectar, por el picor de la misma, el nivel de histamina presente.
En la actualidad, Perú ocupa el primer lugar mundial en la producción de harina de pescado, logrando una conversión promedio de 4.2 toneladas de pescado por cada tonelada de harina mediante procesos de cocción y secado indirecto al vapor (steam dried). Este producto se comercializa en un mercado que valora especialmente la relación entre el precio en dólares y el contenido proteico. Las cotizaciones más recientes indican un precio que fluctúa entre US$ 1,300 y US$ 1,450 por tonelada de harina y entre US$ 2,600 y US$ 3,000 por tonelada de aceite de pescado. Por ello, resulta crucial preservar los recursos pesqueros, recordando las palabras de Luis Banchero Rossi: “la pesca dejará de ser rentable cuando ya no haya pescado o sea antieconómico extraerlo del mar”.