POR: NATALY ZAA RIVEROS
Cuando alguien empieza un plan de alimentación saludable o un programa de entrenamiento para bajar de peso, una de las preguntas más comunes es: ¿Puedo tomar alcohol sin arruinar mi progreso? Existe la creencia de que una copa de vino, una cerveza o un cóctel pueden echar por la borda todo el esfuerzo de semanas de buena alimentación y ejercicio.
¿Es cierto que el alcohol tiene un impacto tan negativo en los resultados? La respuesta es: depende. No se trata de verlo como un alimento “prohibido”, sino de entender cómo afecta al cuerpo y aprender a consumirlo de forma consciente y equilibrada.
¿CÓMO AFECTA EL ALCOHOL A TU CUERPO?
El alcohol es una fuente de calorías vacías. Es decir, aporta energía, pero no nutrientes esenciales como vitaminas, minerales, fibra o proteínas. Cada gramo de alcohol aporta aproximadamente 7 calorías (más que los carbohidratos y las proteínas, que aportan 4 calorías por gramo).
Además, cuando consumes alcohol:
- El cuerpo prioriza su eliminación porque lo considera una toxina.
- Se ralentiza la quema de grasa porque el hígado se ocupa primero de metabolizar el alcohol.
- Puede aumentar el apetito y disminuir la fuerza de voluntad, llevando a comer en exceso.
- Afecta la calidad del sueño y la recuperación muscular.
Esto no significa que un par de copas ocasionales arruinen tu progreso, pero sí es importante tener conciencia de la frecuencia, la cantidad y el contexto en el que se consume.
¿EL ALCOHOL ENGORDA?
El alcohol por sí solo no “engorda”, pero sí puede contribuir a un exceso de calorías, sobre todo si se combina con refrescos, jugos o si después de beber aparecen los famosos “antojos nocturnos” de comida rápida o snacks.
Por ejemplo:
- Un vaso de vino = 120-150 calorías
- Una cerveza regular = 140-200 calorías
- Un cóctel azucarado = 250-500 calorías (o más)
Si esto ocurre de manera habitual, sí puede dificultar la pérdida de peso o incluso provocar un aumento de grasa corporal.
¿SE PUEDE TOMAR ALCOHOL Y AUN ASÍ TENER RESULTADOS?
La respuesta es sí, siempre que se haga con moderación y estrategia. Algunos consejos prácticos:
- Planifica tus bebidas
Si sabes que vas a salir o tendrás un evento, ajusta tus comidas ese día. Por ejemplo, prioriza proteínas, vegetales y reduce las grasas y carbohidratos simples.
- Elige mejor
Evita cócteles con mucha azúcar, bebidas cremosas o mezclas calóricas. Opta por vino, cerveza ligera, gin con agua tónica sin azúcar o destilados con agua mineral y limón.
- Cuida las cantidades
No es lo mismo tomar una o dos copas que beber en exceso. El problema casi nunca es una copa ocasional, sino cuando el consumo se vuelve habitual o en grandes cantidades.
- Mantente hidratado
Alterna cada bebida alcohólica con un vaso de agua. Esto ayuda a controlar la cantidad de alcohol y a reducir la deshidratación y la resaca.
- No uses el alcohol como premio
Evita caer en la mentalidad de “cómo me porté bien toda la semana, me merezco beber sin control”. Esto puede sabotear tus resultados y fomentar una mala relación con la comida y las bebidas.
Ten en cuenta que el alcohol no es el enemigo, pero sí puede interferir en tus objetivos si se consume de manera descontrolada o frecuente. La clave está en la moderación, la planificación y en ser consciente de que no necesitas eliminarlo por completo para ver resultados, pero tampoco debe ser un hábito diario o excesivo.
Recuerda que una vida saludable no se trata de perfección ni de prohibiciones extremas, sino de equilibrio y flexibilidad. Puedes disfrutar de un brindis, una celebración o una salida con amigos sin culpa, siempre y cuando sepas cómo manejarlo dentro de tu estilo de vida.
El verdadero progreso se construye en la constancia, no en la perfección.