POR: PHD. ING. AVID ROMÁN-GONZÁLEZ
La Comisión de Educación del Congreso de la República del Perú ha aprobado recientemente una propuesta legislativa que plantea establecer el “Ciclo Cero” como nueva modalidad de ingreso a las universidades del país. Esta propuesta aún debe ser debatida y aprobada por el Pleno del Congreso, pero ya ha generado un intenso debate en la comunidad académica por sus posibles implicancias sobre la autonomía universitaria, la calidad educativa y la equidad de acceso.
El “Ciclo Cero” propone reemplazar el tradicional examen de admisión por un ciclo académico previo, durante el cual los estudiantes serían evaluados de manera continua para determinar su ingreso definitivo a la universidad. Aunque la iniciativa busca ampliar oportunidades y medir de forma más integral las capacidades de los postulantes, expertos advierten sobre sus limitaciones técnicas y operativas.
El Dr. Ricardo Cuenca, exministro de Educación, investigador del Instituto de Estudios Peruanos y profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, compartió su análisis crítico sobre esta propuesta. En primer lugar, el Dr. Cuenca subraya que el “Ciclo Cero” implicaría una inversión significativa para las universidades, especialmente las públicas, que ya enfrentan serias limitaciones presupuestales y de infraestructura.
“Si no hay un financiamiento adecuado, la calidad de ese Ciclo Cero será baja. La educación de calidad cuesta, y no se ha contemplado adecuadamente en esta propuesta”, comentó. “Además, la ley plantea un costo de 260 soles —equivalente al 5% de una UIT—, lo cual no cubriría la implementación real de este nuevo esquema.”
Otro punto de preocupación es que esta medida podría acentuar la segmentación del sistema universitario. En universidades privadas con mayores recursos, el Ciclo Cero podría tener altos estándares, mientras que en universidades públicas —con menor inversión— la calidad se vería comprometida.
Además, el Dr. Cuenca advierte que la propuesta invade la autonomía universitaria, ya que determina una modalidad de admisión desde el Congreso, sin considerar que son las propias universidades las que deberían definir sus procesos de ingreso de acuerdo con sus características, capacidades y proyectos educativos.
Frente a la crítica sobre el actual modelo basado en exámenes de admisión —al que algunos califican de restrictivo y poco representativo de las competencias reales del estudiante—, el Dr. Cuenca señala que todo proceso de admisión requiere filtros, sean previos o posteriores al ingreso. “El tema no es solo cómo se mide, sino para qué se mide. Cambiar el instrumento no resuelve los problemas de fondo del sistema”, argumenta.
Asimismo, el exministro advirtió que, de aprobarse la norma tal como está, los postulantes solo podrían intentar ingresar a una universidad por año, lo que constituiría una barrera adicional. Además, no existen garantías de que este cambio incremente realmente el número de estudiantes que acceden a la educación superior, lo que pone en duda la eficacia del Ciclo Cero frente a los objetivos planteados.
Sobre el rol de las academias preuniversitarias, el Dr. Cuenca sostiene que su existencia responde a una brecha estructural entre la educación secundaria y la educación superior, así como a la limitada oferta de vacantes en las universidades públicas. “Mientras no mejoremos la calidad de la secundaria y no ampliemos la capacidad de las universidades públicas, las academias seguirán cumpliendo esa función de puente”.
Finalmente, el Dr. Cuenca propone que, en lugar de adoptar medidas aisladas, el país debe avanzar hacia una reforma integral del sistema de admisión, con base en evidencia, diálogo técnico y objetivos compartidos entre universidades públicas y privadas.
“La educación universitaria debe fortalecerse como sistema, no solo como instituciones individuales. Si seguimos improvisando con medidas populistas, no resolveremos los problemas estructurales que enfrentan nuestros jóvenes”, concluyó.
La propuesta del “Ciclo Cero” aún debe ser debatida en el Pleno del Congreso. Mientras tanto, voces de la academia y la sociedad civil llaman a una discusión técnica, participativa y seria sobre el futuro de la educación superior en el país.