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19 abril, 2025 6:35 am

Los nuevos cainitas

La maldad de Caín, según la reflexión bíblica, persiste en la historia a través de actos de violencia, traición y poder; una herencia que aún amenaza la paz y la justicia en el mundo actual.

POR: NOLBERTO ARATA HURTADO     

Dios, al crear el mundo, destina el Edén como un lugar de felicidad, y en él pone al hombre bueno y puro, creado a su imagen y semejanza, para que viva y sea feliz. Luego le da una compañera, a quien llama Eva, para compartir su vida.

Pero en el Edén también habitaba el demonio o el mal que, como siempre, se vale de subterfugios para engañar a las personas e inducirlas al pecado.

Dios da instrucciones a Adán y Eva para que disfruten de todo el Edén, pero les prohíbe comer la fruta del árbol prohibido. El demonio, con mentiras y perversidad, engaña a Eva, quien desobedece lo dictado por Dios y peca. A su vez, ella convence a Adán de las supuestas bondades que tendría comer del árbol, y también él peca. Dios da por terminada la posibilidad de una felicidad prolongada para ellos y los expulsa del paraíso.

Siempre bajo el cuidado de Dios, Adán y Eva tienen a sus hijos, Caín y Abel. Caín es agricultor y Abel, pastor. Ambos hacen ofrendas a Dios, y Él prefiere las de Abel, lo que provoca un gran resentimiento en Caín, quien, mediante engaños, lleva a Abel al campo y lo mata. Ante este crimen, Dios expulsa a Caín al mundo exterior. Caín se da cuenta de que, en ese mundo, habitado por los malos, puede ser asesinado y le reclama a Dios.

Leamos lo que dice la Biblia al respecto en el Génesis, capítulo 4, versículos 13 al 16:

“13. Caín respondió al Señor:

—Mi culpa es demasiado grave para soportarla.

  1. Si hoy me expulsas de la superficie de la tierra y tengo que ocultarme de tu presencia, andaré errante y vagando por el mundo, y cualquiera que me encuentre me matará.
  2. Le respondió el Señor:

—No es así. El que mate a Caín lo pagará multiplicado por siete.

Y el Señor marcó a Caín para que no lo matara quien lo encontrara.”

Aquí, considero, Dios comete el gran error de proteger al asesino y no castigarlo como es debido. La descendencia de Caín se multiplicó, creó ciudades, industrializó los metales, y la genética o ADN cainita quedó en la humanidad.

Su maldad fue a más, como lo dice Lamec, uno de los descendientes de Caín, en el capítulo 4, versículos 23 y 24:

“Escuchad, mujeres de Lamec; Prestad oído a mis palabras: Por un cardenal, mataré a un hombre, A un joven por una cicatriz.

  1. Si la venganza de Caín vale por siete, la de Lamec valdrá por setenta y siete.”

Esto significa que la maldad cainita, a lo largo de la historia, ha ocasionado millones de muertes y dolor en la humanidad. Dios, tratando de eliminarla, aplicó el Diluvio Universal o destruyó Sodoma y Gomorra. En la Biblia no encontrarán una sola muerte ocasionada por el demonio, todas son por medio de la maldad de Caín. Y lo más terrible es que los cainitas mataron a Jesucristo, el hijo unigénito de Dios, quien fue enviado por Él para predicar el amor, la paz, el entendimiento entre hermanos y borrar así toda la maldad cainita.

La maldad cainita siguió. Por ejemplo, Hitler haciendo guerras entre hermanos o naciones, y sigue con Netanyahu matando gente, o Trump en EE. UU., y en nuestro Perú, Dina, que miente, engaña, o Keiko, con probados actos corruptos, o el Congreso que, mediante leyes, protege la delincuencia.

Roguemos siempre a Jesucristo, que resucitado y vivo en nuestra fe, nos libere del cainismo y de quienes lo aplican o difunden, para que haya felicidad y paz en nuestras vidas.

Análisis & Opinión