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3 marzo, 2025 7:28 pm

Un bravucón en el escenario mundial

Es la fuerza de la necesidad que debe motivar a instituir un espacio donde los Estados medianos y pequeños, compartan salidas constructivas y alternativas a ese patronazgo retrogrado que viene ensombreciendo nuestro orden.

POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS

El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, sintetizaba la indisposición televisada y en directo a la que estuvo sujeto el presidente ucraniano Volodímir Zelenski en la Casa Blanca, teniendo como anfitriones a Donald Trump y su vicepresidente, y cuyas expresiones tan potentes las hacemos nuestras: “Humillar al más débil es siempre una vergüenza y, al menos en las personas con una brizna de empatía, genera indignación. Jugando de locales, recibiendo a un líder y antiguo aliado invitado por ellos, dos contra uno en su propio patio y en su propia lengua, dos de los hombres más poderosos del mundo reconvienen, desprecian y señalan en público a un hombre bajito y valiente (para colmo judío), pero también, no lo olvidemos, a uno que ha plantado cara a otro de los supuestos amos del mundo, Vladímir Putin, y que ha sabido defenderse de él durante tres años de lucha heroica por mantener la independencia de su país, Ucrania, y por defender los valores y libertades que Occidente defiende, o que al menos hasta hace poco defendía”.

Se convocaron los dos jefes de Estado, para trazar las líneas de entendimiento político frente a un enemigo “común”, agresor y en guerra(Rusia), de por medio la intención era celebrar un acuerdo de resarcimiento económico, el nuevo jerarca norteamericano había impuesto esa condición-¡vaya la oportunidad!-, pero se rehusaba a aceptar garantías para la defensa de Ucrania, era evidente que esta intentona fracasaría, porque como se ha denunciado y los acontecimientos así lo corroboran, estaba todo preparado para una encerrona a Zelenski y ponerlo frente al mundo como un presidente indispuesto a una negociación y detener la guerra, con lo que EE.UU. recoge y asienta el argumento que sólo ellos están en la capacidad y disposición de negociar la paz con Rusia, inconcebible, inaceptable; trastoca todo principio del derecho internacional, pasando por alto que hay un estado Ruso agresor, excluyendo, representando/suplantando unilateralmente a un Estado soberano que es el agredido, un impuesto paternalismo confundido con descaro y prepotencia.

No es un tema que nos atañe, dirán los incautos desde su placida y distante comodidad, olvidando con facilidad, que estamos inmersos bajo un contexto de interdependencia especialmente económica, cuando en febrero del 2022 Rusia invadía territorio ucraniano, sobrevinieron los lógicos impactos y en estas latitudes tuvimos problemas con el abastecimiento de cereales, fertilizantes y combustibles, poco a poco nos fuimos ordenando ante esta imprevisible agresión, aunque, valgan verdades, se venía anunciando, ante la arrogancia del sátrapa ruso.

Entronado en el cargo Trump, ya con más experiencia y conocimiento de la administración, ingresó con el pie alzado a cobrar revanchismos y revisar sus estamentos internos; en lo externo, primero con sus mentados vetos arancelarios, fue marcado una política internacional, ahora ya no solo renunciando a la menguada institucionalidad internacional sino alterando el aparente orden mundial, que más era un desorden por la incapacidad de solventar respuestas a los conflictos mundiales, agregando, por ejemplo, a la crisis palestina, la propuesta de reubicar a los palestinos y convertir a Gaza en un complejo turístico, a lo que ni el propio Netanyahu, se hubiera atrevido.

Después de la Segunda Guerra mundial sobrevino la división de Alemania, la guerra de Corea y nos colocamos en la llamada “guerra fría”, este-oeste, como quieran llamarlo, y los países se alineaban con uno u otro, EE.UU. o la URSS, con toda su prepotencia y excesos, si la URSS tuvo su Checoslovaquia EE.UU. tuvo su Vietnam, en el absurdo de someter ideológicamente un Estado a otro; la caída del muro de Berlín, vino a representar el tránsito hacia un mundo unipolar, muy pronto y la agresividad con que se propuso la globalización pasamos a encontrarnos con una multipolaridad, cuando necesitábamos de mayor multilateralismo.

De pronto dimos un vuelco radical, China si bien mantiene su régimen autoritario, tiene al mercado mundial como prioridad; Rusia, hace rato que dejo de ser un Estado socialista, intentando encontrarse con sus raíces imperiales, bajo una corrupta burocracia y ahora EEUU, con Trump, si bien es un Estado con la autonomía para definir sus políticas y urgencias, sus determinaciones en política exterior están sobrecargadas de intereses económicos, soslayando amenazas, riesgos, desdibujando su liderazgo democrático occidental, y los principios en los que descansa; por ello, los aranceles, el exigirle cuentas a un Estado agredido y necesitado de su apoyo, la osadía burda de proponer alterar radicalmente el statu quo de Gaza. Los conflictos desde la visión de Trump son económicos y la defensa de intereses, deben proponerse desde esa lógica; por eso los aleluyas con Putin y el ninguneo con Zelenski. Y para más, veamos el comportamiento de EE.UU. con Rusia en el seno del Consejo de Seguridad, un alineamiento sorprendente.

En esa perspectiva, estos tres actores no abogan, de ninguna manera, por la democracia y su fortalecimiento, más bien se alinean con un formato vertical, impositivo, duro y excluyente, lo que ha contagiado con rapidez a distintos liderazgos nacionales, y también alimentados por la disposición ciudadana, ante las falencias democráticas. No, el mundo no puede continuar con su marcha, hacia lo que fue hace ochenta años, la agresión como política de Estado, la prepotencia como estandarte y el descontrol como soporte; si bien nuestra Naciones Unidas ONU, tiene limitaciones, esta tiene que sacudirse de estas intentonas desestabilizadoras, son las naciones que están fuera de esa extraña trilogía, quienes tienen que articular, liberarse de su dependencia, armonizar entre sí, generando capacidad y disposiciones, para enmendar el rumbo hacia el despeñadero. Es la fuerza de la necesidad que debe motivar a instituir un espacio donde los Estados medianos y pequeños, compartan salidas constructivas y alternativas a ese patronazgo retrogrado que viene ensombreciendo nuestro orden.

Ucrania, no está sola y es Europa en especial, por dignidad y libertad, que tiene que empezar y ya mismo, a instituirle apoyo directo, reordenar estrategias, instituciones y definir políticas uniformes que signifique una contención ante la arremetida rusa; EE.UU. ya no cuenta o en todo caso un espíritu de liderazgo lo forzará a involucrarse. Hoy Ucrania se instituye como variable que va determinar el destino que tomara el mundo.

Análisis & Opinión