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5 diciembre, 2024 9:49 am

Calle Lima (III)

"Recordamos 'La Quinta de los Limoneros', el más prestigiado hospedaje moqueguano, construido siguiendo un modelo europeo con amplios jardines, una cancha de tenis (donde hoy se encuentra el coliseo Mariano Lino Urquieta) y una amplia cocina en la que se preparaban magníficos banquetes.

POR: NOLBERTO ARATA HURTADO     

Agradezco las opiniones sobre las notas publicadas anteriormente, referidas a la calle Lima. Continuaré compartiendo recuerdos que no son solo míos, sino de muchas personas.

Un comentario me recordaba que olvidé mencionar a dos personajes muy queridos: las hermanas Rosa y Josefa, conocidas como “Las Pitiqueras”, quienes serían el equivalente a Facebook, Instagram o las modernas redes sociales de hoy. Tenían información puntual y al detalle sobre casi todos los moqueguanos. Criaban una lora que no solo era admirada por los niños, sino que también asustaba a muchas personas.

¿Recuerdan a Jaime “El Loco” Díaz Arias? Con los muchachos del barrio, eran tremendos peloteros y expertos en las mejores chiquilladas. Cada año, Jaime reúne a todos los amigos para disfrutar de un almuerzo, recordando esa amistad imperecedera.

La actual prolongación de la calle Libertad hacia Balta no existía, y en los números impares funcionaba la panadería Chambilla. Al costado vivían las mellizas Mery y Dolly. A esa esquina los muchachos la llamaron “la esquina del movimiento” porque, además de las guapas mencionadas, al frente estaban bellas chicas como las hermanas Zapata, Charo Herrera (quien fue elegida reina del Colegio de Santa Fortunata) y las hermanas Yáñez. Como la “fresa del pastel” que completaba esa alegría esquinera, desde Lima llegó Juanita Chambilla, de impactante belleza, dando mayor motivo para la presencia de jóvenes interesados en entablar amistad con las chicas.

En la cuadra 4 recordamos a las hermanas Tumba, quienes eran profesoras y preparaban deliciosos pasteles y tortas para bodas. También vendían tarjetas conocidas como “coronas de caridad de San Antonio”.

Recordamos “La Quinta de los Limoneros”, el más prestigiado hospedaje moqueguano, construido siguiendo un modelo europeo con amplios jardines, una cancha de tenis (donde hoy se encuentra el coliseo Mariano Lino Urquieta) y una amplia cocina en la que se preparaban magníficos banquetes. Sus instalaciones, muy elogiadas, hospedaron a los más distinguidos personajes y políticos que visitaron nuestra ciudad. Uno de los últimos personajes, aunque no identificado con su nombre, fue el “Che” Guevara, quien pasó por allí camino a Bolivia para organizar sus guerrillas.

En la piscina de los Limoneros desarrolló sus habilidades natatorias Germán “Pecho de Lata” Morón. En la inauguración de la piscina del Colegio La Libertad, realizada cuando Humberto Oliveros Márquez era el director, se efectuó una competencia de natación en la que participaron el campeón nacional, el campeón de Arequipa y, representando a Moquegua, Germán, quien los derrotó, para gran alegría y felicidad de los moqueguanos.

El hotel tenía un comedor muy amplio, equipado con excelente mobiliario y decoración, que podía acondicionarse como salón de conferencias, reuniones o sala de fiestas sociales.

En la esquina con la calle Ancash estuvo la casa de la familia Alayza, que lucía bellos balcones exteriores e interiores, un patio central con una pileta y jardines con plantas ornamentales. Lamentablemente, el terremoto la destruyó. Allí vivió el profesor Miguel Constantinides, a quien los estudiantes apodaban “Cara de Mango”. Una anécdota que recuerdo: faltó nuestro profesor, y don Miguel lo sustituyó diciendo: “Estudien en silencio”. Se sentó en el pupitre.

Entre los alumnos estaba Deusdedit Pineda, quien en voz baja decía “Cara de Mango”, y el profesor ni se inmutaba. Suponiendo que no escuchaba, Pineda levantó el volumen. De pronto, el profesor dijo: “Hay un cobarde que, ocultándose en el grupo, está diciendo algo. Si es valiente, que se pare y me lo diga a la cara”. Nadie se paró. Caminaba por los pasillos diciendo lo mismo. Al pasar por donde estaba Pineda, este se levantó y, al decirle “Cara de Mango”, se desmayó.

Historias de vida que espero disfruten.

Análisis & Opinión