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25 noviembre, 2024 1:01 pm

La Iglesia Matriz de Moquegua

La historia de la iglesia Matriz de Moquegua, un símbolo de fe y resiliencia frente a los embates del tiempo y la naturaleza.

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS     

La iglesia parroquial de Moquegua siempre estuvo consagrada a la virgen y mártir Santa Catalina de Alejandría. Su edificación estuvo vinculada a la fecha que le dedica el santoral, el 25 de noviembre. Se popularizó el nombre de templo o iglesia Matriz.

Inicialmente se encontraba por la cuadra 9 o 10 de la actual calle Moquegua. Posteriormente, hacia 1600, fue trasladada por Alonso de Estrada a la cuadra 5. En ella se crearon tres cofradías: La del Santísimo Sacramento, conocida también como la Cofradía de Nuestro Amo; la de la Limpia Concepción de Nuestra Señora; la de las Benditas Ánimas del Purgatorio.

Este templo gozaba de la preferencia de los pobladores de Escapagua y Moquegua. Al testar en 1596 el español Hernán Bueno, uno de los fundadores de Arequipa, radicado en el asiento de Escapalaque, en la parte que llaman de Cochuna, decide que su cuerpo sea depositado en la iglesia de Santa Catalina hasta que fuese posible trasladarlo a Arequipa. Igual preferencia manifestó Pedro de Guevara en 1609, heredado en Moquegua y en el lado Cochuna, optó ser sepultado en la iglesia Santa Catalina, allí empezó a edificar la capilla San Pedro donde debían sepultarse sus descendientes. Igualmente construyeron capillas Alonso de Estrada, Diego Fernández Maldonado, entre otros importantes vecinos.

El sitio destinado para la construcción del templo era lo suficientemente amplio para que los curas edificaran su casa y además tenía un espacioso huerto que cultivaron hasta principios del s. XVIII.

Tan amplio era el sitio, que al no tener uso ni ofrecerles beneficio, los curas acabaron dándolo en enfiteusis, lo que les permitía un ingreso. Uno de los primeros propietarios en este sector a mediados del s. XVII fue el veinticuatro Rodrigo de Mireles. Los dueños de este espacio se sucedían uno tras otro y los curas se reservaban sitio suficiente para la construcción de su casa. Pero la incuria sacerdotal lo mantuvo siempre baldío.

Por no serles de ninguna utilidad, en 1768 el obispo autorizó que fuese vendido y con los réditos se alquilaran las moradas de los párrocos. Este año lo venden al teniente coronel Ángel Ignacio de Baraybar, español que era alcalde de la villa; construye una casa y seis tiendas adyacentes. En 1783 viudo, con hijos menores y necesitado de dinero, la vende al conde de Alastaya Antonio Nieto y Roa. En esta amplia casona vivió el conde durante veinte años, hasta su fallecimiento en 1803. Hoy el sitio es usado como cochera municipal.

En el atrio estuvo el cementerio de la población, aún a principios del siglo XIX era un espacio enrejado, hasta que en 1814 se traslada a la quebrada de Beltranes, alejado de la población.

Inicialmente la fábrica del templo fue de quincha y adobe, materiales que no eran los más apropiados para resistir a los repetidos y violentos sismos que siempre asolaban la región.

Una de las contribuciones más recordadas, en las continuas restauraciones del templo, fue la de Pedro del Alcázar y Padilla, mayordomo ecónomo de la iglesia, que invirtió más de 90 mil pesos en reedificarla luego del terremoto de 1715. Espantoso fue el de 1784, la iglesia pudo inaugurarse en 1792 de cal y piedra gracias a la tenacidad del cura vicario Lorenzo Vizcarra y Hurtado; luego padeció los embates de los sismos de 1831 y 1833. El violento cataclismo de 1868 la derrumbó definitivamente.

En 1918 el Congreso autoriza para que en el terreno que ocupa la destruida iglesia Matriz, se construya locales para el funcionamiento de la Prefectura, Subprefectura, Juzgado de Primera Instancia y Concejo Provincial. Ordena que se consigne en el presupuesto durante tres años consecutivos, mil libras peruanas. Fue promulgada por el presidente José Pardo. Diez años después, el presidente Leguía promulga la ley que ordena se consigne en el presupuesto tres mil cuatrocientas libras durante tres años consecutivos para construir las distintas oficinas de la Administración Pública, edificio que se construirá en el terreno que ocupó la antigua iglesia Matriz.

Finalmente se construyó el palacio municipal en un criticado estilo arquitectónico y el museo Contisuyo. Hoy se mantiene muy bien conservada la fachada del antiguo templo de la Matriz.

Vista general del muro de la iglesia Matriz, ahora convertido en el Palacio Municipal y el Museo Contisuyo, símbolos del desarrollo de Moquegua.

Análisis & Opinión