POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS (ECONOMISTA DEL CEOP ILO)
Majes Siguas II es un gran proyecto de irrigación que, de haberse podido terminar de construir, habría irrigado 38 500 hectáreas de tierras, habría generado 145 000 empleos directos e indirectos, habría sembrado productos de agroexportación y habría sido, por tanto, un gran polo de desarrollo en la macro región del sur. Lamentablemente, este proyecto se ha frustrado, se ha paralizado y no tiene un destino claro. El valor inicial del proyecto era de aproximadamente 404 millones de dólares en 2020, después de innumerables modificaciones y actualizaciones, y actualmente se han invertido 655 millones de dólares, es decir, el incremento en la ejecución ha sido de más de 200 millones de dólares.
Y esto que solo estamos comparando los costos de un periodo corto de cuatro años; en realidad, es más, porque el proyecto comenzó en 1971 y, desde entonces, ha estado plagado de problemas técnicos, financieros y administrativos. Un caso concreto fue la paralización del proyecto en 2017 por desacuerdos entre la empresa ejecutora de la obra, Angostura Siguas S.A., y el Gobierno Regional de Arequipa. El proyecto se quedó atrapado en un callejón sin salida: primero, no salían recursos financieros del GORE Arequipa y la empresa observaba el proyecto y elevaba los costos.
El 26 de julio de este año, el proyecto fue derivado al Gobierno central para eludir el problema. Y, por supuesto, ante su falta de simpatía, lo ha asumido y hoy, a través del Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI), ha anunciado una convocatoria internacional para reanudar el proyecto Majes Siguas II e invitar a 17 países a participar en la inversión, que consiste en rehabilitar la actual infraestructura con puntos críticos en los 101 km de canales y túneles, así como en la construcción de la presa intermedia, que será una cuenca intermedia para asegurar el riego de las 38 500 hectáreas.
Sin embargo, esto que ya más parece una novela de suspenso no termina allí. Hoy está de por medio el reclamo de la empresa concesionaria Angostura Siguas S.A., que está representada por Cobra y ya ha anunciado ingresar a un proceso de arbitraje internacional ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) del Banco Mundial y que paralizaría la ejecución del proyecto por no menos de tres años. Y seguramente, vaticinamos que habrá tiras y aflojes sobre compensaciones hasta llegar a un punto de conciliación y, con toda seguridad, es el Estado el que pagará la compensación a la empresa que dice ser la afectada.
En conclusión, como afirman los ganadores del Premio Nobel de Economía 2024, Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson en su libro Por qué fracasan los países, la causa es la mala calidad de las instituciones. Las instituciones son las reglas de juego que rigen una sociedad. Si la institucionalidad es fuerte y creíble, y se cumplen las normas, el país crecerá equitativamente. Pero, si la institucionalidad es débil y corrupta, y los supuestos «muy vivos» se salen con la suya, el país no crece y, además, aumentan mucho las diferencias sociales. En el caso del proyecto Majes Siguas II, ha primado la segunda opción tradicional: eludir al Estado con proyectos mal elaborados, con reglas de juego incumplidas, dispendio de recursos y sin resultados.
Imaginemos, solo por un instante, que las instituciones hubieran funcionado eficientemente y seleccionado a una empresa concesionaria eficiente; las normas se habrían cumplido y ya tendríamos 38 500 hectáreas con productos exportados, más fuentes de trabajo y el efecto ingreso se extendería a todo el sur. Los autores citados denominan instituciones inclusivas a las que son efectivas y extractivas a las que no lo son; lamentablemente, el país todavía está en esta segunda categoría y el proyecto también.
