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24 noviembre, 2024 6:24 pm

Moquegua: una región asfixiada por la contaminación mientras autoridades evaden responsabilidad

¿Cuántos ríos más deben ser contaminados con residuos industriales antes de que las autoridades hagan algo más que discursos vacíos?

POR: GUSTAVO PINO    

La región de Moquegua, a pesar de su tamaño relativamente modesto con 21 distritos, enfrenta un problema que parece multiplicarse: la contaminación ambiental.

Entre 2020 y 2022, las cifras del INEI revelan que la mayoría de sus municipalidades ha reportado elementos contaminantes, y aunque algunos se apresuran a señalar una ligera mejora, la realidad pinta un cuadro muy distinto.

Es cierto, de 20 distritos con problemas en 2020, pasamos a 18 en 2022 —sin contar a San Antonio, ya que su creación política fue en el 2021—. ¿Y qué significa esto? Nada. Porque si 18 de 21 distritos están contaminados, el problema no es menor, sino total. Podemos jugar con los números, como hacen muchos políticos, pero la verdad no admite maquillaje. Moquegua sigue sufriendo el azote de un modelo de desarrollo que no respeta el entorno. La minería, claro, es una de las culpables de siempre, pero no la única. También están las municipalidades ineficaces que apenas pueden con el manejo de sus residuos sólidos, y la falta de políticas que no ven más allá de la próxima elección.

Mientras Arequipa, con sus 109 distritos, reporta 102 contaminados y Puno se ahoga con 105, podríamos pensar que Moquegua no está tan mal. Pero hay que entender que esta región está envenenada en proporciones mucho más dramáticas. ¿Es que no se dan cuenta de que, con casi todos sus distritos en problemas, la contaminación no es una anécdota, sino una sentencia? Sin embargo, las autoridades locales siguen lanzando planes “integrales” que, por su ineficacia, deberían llamarse más bien “planos”.

Sumado a esto, la realidad de las municipalidades en cuanto a gestión medioambiental es simplemente decepcionante. En 2020, de las 20 municipalidades informantes en Moquegua, solo 12 contaban con una oficina o unidad ambiental, y para 2021, esa cifra apenas aumentó a 13. ¿Y qué significa esto? Que en plena era del cambio climático, donde la sostenibilidad debería ser prioridad, casi la mitad de los distritos de Moquegua no tiene ninguna infraestructura dedicada a la gestión ambiental. Los informes oficiales podrán maquillar estos números con términos como “progreso”, pero la verdad es que las autoridades parecen más interesadas en seguir el guion de la incompetencia, mientras el medioambiente se sigue deteriorando.

A pesar de los discursos optimistas, la realidad de Moquegua sigue siendo la de una región presa de las prácticas extractivas y del desinterés de quienes deberían protegerla. La reducción de dos distritos en las estadísticas de contaminación entre 2020 y 2022 no es una victoria, es una distracción. Esta ligera mejora puede atribuirse a cambios en los criterios de medición o a una menor vigilancia en ciertas áreas, más que a un verdadero avance en la protección ambiental. Mientras tanto, las actividades mineras continúan arrasando el paisaje: ¿cuántos cerros más tienen que desaparecer bajo el polvo tóxico antes de que se tomen medidas reales? ¿Cuántos ríos más deben ser contaminados con residuos industriales antes de que las autoridades hagan algo más que discursos vacíos? Las cifras no pueden ocultar la verdad: sin acciones contundentes, Moquegua seguirá siendo víctima de la explotación descontrolada y la falta de responsabilidad.

Moquegua necesita más que un informe anual lleno de cifras maquilladas. Necesita una política que, de una vez por todas, enfrente el problema desde sus raíces. Pero claro, eso exigiría voluntad, coraje y algo que parece faltarles a tantos de los que manejan los hilos: visión. Mientras tanto, los ciudadanos seguirán respirando aire sucio y bebiendo agua que ya no es tan pura, todo en nombre del progreso que, irónicamente, los va dejando cada vez más atrás.

Análisis & Opinión