POR: CÉSAR A. CARO JIMÉNEZ
El lenguaje coloquial está lleno de expresiones que reflejan la cultura y las dinámicas sociales de un país. En Perú, una de estas expresiones, “por las puras caiguas” o «por las puras huevas,» encapsula un sentimiento de frustración y desilusión. Esta frase se utiliza comúnmente para referirse a acciones que no llevan a ningún resultado o que se realizan sin un propósito aparente. Su uso en el contexto del periodismo y la política en Perú se vuelve particularmente revelador, ya que refleja una realidad en la que muchas denuncias y emprendimientos investigativos parecen ser esfuerzos vacíos, que no logran generar el impacto esperado en la sociedad peruana en la que pareciera que a la mayor parte de sus integrantes les interesa poco o nada lo que ocurre, a pesar de sendas y documentadas acusaciones.
El periodismo de investigación y denuncia juega un rol básico en las democracias al poner al descubierto actos de corrupción y abusos. No obstante, en la práctica, existen numerosas iniciativas que, tras la publicación del reportaje, no generan cambios significativos. Esto puede deberse a la falta de un seguimiento adecuado por parte de los medios, que a menudo se enfocan en la noticia de impacto inmediato, pero descuidan el hilo de vida de las historias que han presentado.
Las situaciones en que las denuncias son «flor de un día» son un claro ejemplo de cómo el periodismo puede caer en la trampa de lo efímero. Salvo mínimas excepciones, tras el escándalo inicial, la atención del público puede dispersarse y la problemática en cuestión queda sin seguimiento.
Por otro lado, en el campo de la política, la situación es igualmente desalentadora. Las promesas de cambios y reformas que nunca se cumplen alimentan este ciclo de frustración. Las campañas electorales están repletas de discursos sobre la necesidad de justicia y transparencia. Sin embargo, una vez que los políticos asumen sus cargos, muchas de estas voces se disipan, dejando a la ciudadanía sintiéndose engañada y desilusionada. Así, las iniciativas que podrían haber tenido un impacto real se evaporan, dejando solo el eco de lo que pudo ser, reforzando la creencia de que muchas acciones dentro del ámbito político se llevan a cabo «por las puras huevas».
La falta de respuestas efectivas y la percepción de que las denuncias no llevan a ninguna parte hacen que la confianza en las instituciones se erosione. Cuando los ciudadanos sienten que sus esfuerzos por buscar justicia son en vano, se desincentivan a participar y a reportar irregularidades.
El resultado es un panorama social donde la apatía prevalece y los abusos continúan, trayendo consigo que la expresión «por las puras huevas» está logrando que el desánimo cunda entre todos aquellos que escribimos, y que comencemos a pensar que perdemos el tiempo, porque la inoperancia de las autoridades que, por citar un solo caso fácil de resolver, no pueden clausurar la horrible cochera que está a cien metros de la plaza de armas. Y si no pueden con algo tan simple, menos lo harán con otros casos más complicados. Su inutilidad es absoluta.