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Santos patronos de Moquegua – II

Elevemos nuestras preces para ser dignos de la misericordia de nuestros santos patronos, los cinco, de consuno, que nos amparen y favorezcan librándonos por siempre de los terremotos, aluviones, sequías, pestes y de las malas autoridades.

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS

LA VIRGEN DE TORATA

En 1685 a la Virgen de Torata se le consideraba como patrona de la villa, le eran muy devotos los habitantes de toda la gran región. La población en masa recurría a ella implorando su auxilio, tenía la fama de otorgar con generosidad sus dones y beneficios y en la medida que se difundían los testimonios de los milagros concedidos, el fervor de las romerías se incrementaba y se hacían más frecuentes y concurridos.

La imagen de esta Virgen es similar a la que con el mayor recogimiento se veneraba en Copacabana, pueblo ubicado en el trayecto del transitado circuito que llevaba el vino moqueguano a las provincias altiplánicas, de aquí se toma el culto y la replican en Torata.  Por eso a comienzos del siglo XVII se le conocía como «Nuestra Señora de Copacabana del pueblo de Torata»; también era frecuente llamarla Virgen de la Candelaria, por la candela, alusión a la luz santa que guía a la redención y aviva la fe en Dios. El día central que siempre se le ha dedicado es el 2 de febrero.

En consideración a lo solícita en conceder milagros, desde el s. XVII el pueblo de Torata fue consagrado como santuario. Los fieles creyentes consideraban que ir en penitente y sacrificada peregrinación a Torata, desde luego que, con el fin de visitar y rezarle con la mayor contrición a la Virgen, por el solo hecho de estar en el santuario se hacían merecedores de indulgencias plenarias y se les perdonaba sus pecados sin necesidad de confiárselos al cura.

Era tal el fervor que suscitaba la Virgen que se veneraba en Torata, que su fama llegó más allá de las fronteras y conmovió a las más lúcidas conciencias. Es el caso que en 1788 el reputado erudito historiador, biógrafo, lexicógrafo, especializado en física, medicina y geografía, amén de aguerrido capitán de las guardias españolas Antonio de Alcedo, nacido en Quito, en su célebre «Diccionario histórico de las Indias occidentales», publicado en cinco tomos, describía al pueblo de Torata como un lugar especial «donde se venera una hermosa imagen de la Virgen de la Purificación, a cuya fiesta concurre mucha gente de las provincias inmediatas».

NUESTRA SEÑORA DE LORETO

La protección de tres santos no era suficiente para amparar de tanta calamidad que con frecuencia nos acosaba. Entre 1715 y 1725 se produjeron cuatro formidables terremotos, seguidos de pestes que azolaban a la ya sufrida población, desgracias que llevaron a que en 1731 el Cabildo jurara solemnemente a Nuestra Señora de Loreto por patrona de Moquegua. Sin duda que fue bajo influencia de los jesuitas, que desde 1711 regentaban el colegio San José, pues ellos tenían una especial devoción por la Virgen de esta advocación. Estos sacerdotes en 1725 compraron una hacienda en Ilo dedicada a la elaboración de miel, chancaca y azúcar; la pusieron bajo la protección de la Virgen de Loreto, desde entonces se conoce a ese sector del valle ileño con este nombre.

Expulsados los jesuitas de todo el reino, se vieron obligados a abandonar el colegio y sus propiedades; en su forzada ausencia, el culto a esta advocación decayó notablemente. La festejaban el 10 de diciembre.

SANTA FORTUNATA

Conocemos que el cielo favoreció a Moquegua al disponer que luego de una sufrida trayectoria desde España, las milagrosas reliquias de Santa Fortunata se dirigieran a nuestra ciudad.

En el valioso Libro Becerro del que fue Colegio de Propaganda Fide se lee: “Últimamente, habiéndonos el cielo favorecido, por caminos inesperados, con la posesión de la prodigiosa reliquia y cuerpo de santa Fortunata mártir, que después de ser prisionera de los ingleses, por más de cuatro meses, nos la devolvió la divina Providencia por un modo admirable, para que fuese nuestra compañera y milagrosa protectora, en nuestros viajes, caminos y penosas peregrinaciones, en las que hemos experimentado por ella tan visibles portentos, gracias y favores, que solo con tiernas lágrimas podríamos suficientemente significarlo, considerándonos por esto obligados a corresponder con obsequiosa gratitud a tan declarada y poderosa bien hechora, establecemos y ordenamos que todos los años, en el día catorce de octubre, por ser consagrado a su augusto nombre, se la haga su fiesta, con el aseo, decoro de solemnidad debidas”.

Atendiendo la fe que el pueblo le tiene, y que ella corresponde amparándonos con su luz protectora, la Municipalidad Provincial resolvió en 1990 declarar a Santa Fortunata como patrona espiritual de la ciudad, cuyo cuerpo fue traído desde España por los padres del colegio franciscano en 1798.

La tradición devota afirma que fue ella la que escogió venir a Moquegua. Una antigua creencia que trasmiten los píos creyentes señala que le crecían las uñas, lloraba las vísperas de los terremotos y sudó cuando la ciudad fue asaltada durante la guerra, amén de los continuos milagros que concedía a los fieles pecadores. En la medida que se fueron divulgando, visitarla se convirtió en la romería más concurrida.

A MODO DE JACULATORIA

De manera que hoy la ciudad de Moquegua está bajo la protección de 5 beneméritos patronos: santa Catalina de Alejandría, san Bernabé, la Virgen de Torata, la Virgen de Loreto y la virgen y mártir santa Fortunata.

Elevemos nuestras preces para ser dignos de la misericordia de nuestros santos patronos, los cinco, de consuno, que nos amparen y favorezcan librándonos por siempre de los terremotos, aluviones, sequías, pestes y de las malas autoridades.

Análisis & Opinión