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23 octubre, 2024 3:37 pm

Apuntes en torno a Tía María y el Grupo México (I)

“Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza” – A. Machado

POR: CESAR A. CARO JIMÉNEZ

Soy de aquellos que creen, como Ortega y Gasset, que “ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil”, dado que, al margen de lo que “la izquierda o la derecha aún proponen en muchos rubros, los factores determinantes para el desarrollo en nuestros días son la economía, el mercado, la planificación política y la disciplina social, la tecnología y la visión o pragmatismo para diseñar estrategias a corto, mediano y largo plazo, tal y como hemos observado en estos últimos años en China, donde conviven medidas aparentemente contradictorias. “Da igual que el gato sea blanco o negro; lo que importa es que cace ratones” (Deng Xiaoping).

Empero, en nuestra patria y, a decir verdad, en varios países del mundo occidental, pareciera que estamos en retroceso: no hay líderes con visión, honestidad, experiencia, ni la capacidad de influenciar, estimular e incentivar a dar lo mejor de cada uno, con el propósito de alcanzar objetivos comunes. ¡Ayudados por el embrujo de la tecnología, pareciera que el autismo social está acabando con la democracia al estilo occidental!

Ciertamente, la tarea de explicar el porqué es difícil en medio de un siglo que ha comenzado con pandemias y que parece ser uno de los más cruentos, si acaso no es el final, en el que se ha producido un severo desajuste entre los medios y los fines, justificados por la defensa o el logro de valores como la patria, la libertad y la justicia social, para conseguir los cuales se recurre a todo tipo de métodos: al engaño e incluso a la violencia o a la muerte, intentando construir sociedades aparentemente mejores; a la guerra para “promover” la paz, y todo ello en el marco de una creciente indiferencia frente a los mecanismos usados y sus resultados, a tal punto que importa más el resultado de los deportes y los juegos que la insania en Gaza y Ucrania.

Pero, olvidándonos por un momento de la esquizofrenia geopolítica, volvamos a nuestro medio y al papel predominante que la Southern Peru (SPCC) comenzó a jugar en Moquegua desde el 19 de octubre de 1956, fecha en que se realizó en Toquepala el primer disparo que inició la explotación de la mina.

Desde aquella fecha hasta la actualidad ha habido muchos agravios y desencuentros, pero no puedo dejar pasar la ocasión de precisar, una vez más, algunas verdades: Ilo debe gran parte de lo que es, tanto en sus virtudes como en sus defectos, a la presencia en su territorio de la fundición y el puerto en concesión de Southern Peru. De haberse instalado, por ejemplo, en Ite o Tambo, el terminal de ENAPU tendría características similares a las de muchos otros pequeños puertos del litoral peruano. Pero también, en el caso de Ilo, pecaríamos de mezquinos si no reconocemos el papel que han jugado las organizaciones sociales y hombres como Julio Díaz Palacios, Ernesto Herrera Becerra y la ONG Labor, sin olvidar tampoco a “Pocho” y a los agricultores ileños que dieron los primeros pasos. Todos ellos, con yerros, aciertos y discrepancias, marcaron un camino que lamentablemente no han sabido seguir la gran mayoría de nuestras actuales autoridades.

Esto nos lleva a otra realidad: la verdadera riqueza de la región aún está en las entrañas de las minas de cobre y no en la provincia de Ilo, que, sin embargo, ve pasar los años entre comisiones de diversa índole y plazos, conducidas por variopintos personajes sin mayor información, limitándose a asistir a diversos eventos, algunos en el extranjero, que han pasado sin pena ni gloria hasta el día de hoy. La gran mayoría vive en el reino de la leyenda y de los días feriados en los cuales, año tras año, se repiten los mismos discursos en una letanía sin fin.

Tenemos que cambiar. Tenemos que ser más solidarios. Pasar de esquematismos y recelos al desafío de concebir nuevas visiones de la sociedad, del entorno local y regional, de las relaciones entre las personas y entre éstas y la sociedad. Se trata de mirar el futuro con ojos profundos, de prepararse para vivir en un mundo diferente a partir del ya conocido.

Sin embargo, si no queremos seguir siendo el mendigo de Raimondi, o el país de las oportunidades perdidas de Basadre, debemos recuperar en algo el espíritu de González Prada, diciendo en voz alta cuanto parezca necesario y justo, hiera los intereses que hiera, subleve las iras que subleve…

Porque lo que hoy está en juego es algo más que los intereses de determinados grupos sociales o ciudades. Lo que está en juego es una opción de desarrollo macrorregional, que viene siendo frustrada desde hace muchas décadas por la miopía o mezquindades de unos cuantos que, en función de su bienestar egoísta, vienen impidiendo construir una alternativa real de progreso.

Disyuntiva en la cual, querámoslo o no, al Grupo México, al margen de Tía María y otros aspectos que tocaremos en el próximo artículo, le corresponde jugar un importante papel, sin perder de vista que somos una región privilegiada: aparte de Southern Peru, hoy están presentes ENGIE, Anglo American Quellaveco, además de otros grupos empresariales como Buenaventura y Los Calatos, que pueden ayudar, en la medida en que sepamos construir un espacio socioeconómico racional.

Es cierto: en el camino ha habido y habrá muchos agravios y desencuentros que espero serán superados en procura de construir un espacio económico y social que permita a la región aprovechar al máximo la privilegiada ubicación que tiene Ilo como posible puerto de salida y entrada de productos hacia y desde Bolivia y Brasil. Tenemos que comenzar a pensar que Southern Peru y todo el sector privado tienen que cumplir un papel destacado como socios estratégicos. El enemigo a superar, empresarialmente hablando, son los puertos del norte chileno. Y en dicho propósito, hay que negociar con Tía María, aclarando, superando y/o definiendo algunos aspectos a tratar en un marco de negociación, los cuales trataremos en un próximo artículo.

Todo lo anterior implica que la verdadera competencia por el predominio no es entre Ilo, Matarani, Corío, Arequipa, Moquegua o Tacna. Es, más bien, con los puertos del norte chileno con los que la competencia y la colaboración son una realidad ineludible del mañana, debido al movimiento comercial que se pronostica en la Cuenca del Pacífico en este siglo. No deja de ser verdad que esta será, en los primeros años, poco fraterna y leal en procura de conseguir la preferencia y/o supremacía en lo que respecta a las exportaciones e importaciones bolivianas y brasileñas.

Análisis & Opinión