POR: ABOG. JESÚS MACEDO GONZALES
En estos días, la famosa “República Independiente de Arequipa” estará de aniversario, y no puedo negar que 23 años de mi vida le pertenecen a la ciudad blanca y los demás años a Lima, Moquegua y Estados Unidos. Por lo tanto, quiero adelantarme a este día compartiendo algunos recuerdos arequipeños que los lectores de la tierra del Misti disfrutarán.
Cuando era niño, aprendí de memoria a recitar el poema previo a la Edilfonsa del fallecido dúo Paucarpata: “Este verso tiene su historia, un día me estaba lavando la cara, en eso viene mi “tata” y me dice: ‘¿Para qué te lavas? ¡Voy a la ciudad a comprar un “bibidi”! ¡¿Qué?! ‘¡A comprar un bibidi! ¡Que huirihuiri ni wiriri wiri’ (…)” y cantando me fascinaba decir “las papas se lo han ‘llaucau’ y el maíz se lo han ‘cahui’ y la alfalfa se lo han ‘cachiu’”. Era el famoso loncco arequipeño, que contaba las actividades agrícolas en el lenguaje de los characatos.
Y no solo sabía recitar el poema, sino que, además, con los chicos de mi grupo juvenil parroquial “Voz y Mensaje”, dábamos serenatas a los integrantes que cumplían años, y los hacíamos bailar con las pampeñas arequipeñas como: “Quisiera ser picaflor”, “La Benita”, “Río de Arequipa”, etc. Más bien, no sé si los jóvenes de ahora darán serenatas así. No obstante, supongo que se sabrán las pampeñas arequipeñas de los eternos hermanos Dávalos, un reconocido y fallecido dúo arequipeño.
Mis juergas de esas épocas consistían en participar con mis amigos en la serenata de alguna virgen de la Candelaria en algún distrito, viendo la quema de los castillos y brindando con un té piteado o una Diana (bebidas espirituosas típicas de Arequipa). Y cuando mi grupo juvenil hacía actividades pro fondos para el financiamiento de nuestro trabajo de voluntariado parroquial, preparábamos “adobadas” con el famoso pan de tres puntas. Asimismo, mi abuelita, desde niño, me ponía el mandil y me hacía moler el “llatan en batan”. Obviamente, yo era pequeño y no comía ají. Luego, ya siendo mayor de edad, aprendí a disfrutar el lado picante de nuestra comida arequipeña. Eso sí, todavía está el batán allá en mi casa en Arequipa, que lo usa mi madre.
Y la verdad es que no sé si se mantendrá la tradición de los ricos caldos: lunes era “chaque”, martes de “chayro”, miércoles se preparaba “chochoca”, jueves era sopa de chuño, viernes chupe de viernes, sábado puchero o timpusca y domingo el famoso caldo blanco, pebre de lomos o adobo arequipeño.
Sé que ahora Arequipa tiene mayores restaurantes, mayor fusión y diversidad. Sé que la ruta del sillar ahora es un atractivo turístico, cuando hace años era un lugar súper lejano. Ahora Arequipa está casi como Lima, súper desarrollada, pero sigue teniendo el desafío de lograr mejorar el caos vehicular y eliminar la delincuencia ciudadana.
En ese sentido, “moqueguita” todavía respira tranquilidad y es una ciudad súper segura, y por eso me encanta vivir aquí. No obstante, siempre estaré orgulloso y feliz de recordar los 23 años que le debo a la ciudad blanca. Eso sí, aquí en Moquegua, ese día, se come algún plato tradicional arequipeño, a veces adobo o rocoto relleno, que comparto con mis amigos, gracias a que mi madre me enseñó a prepararlos, salvo los calditos que ella siempre hace mejor que yo.
¡Feliz día Arequipa por adelantado, y eso sí, con un prende y apaga!